autogestión financiera comunal - Iaeden

profundizar lo suficiente en los acontecimientos económicos, para dar
respuestas con claridad y competencia a las necesidades de desarrollo.
Por su parte, Cornelio, L. (1980), alega que ese tipo de autogestión
tiene una sonoridad técnico-económica, que lleva a la autoadministración y
no puede realizarse más que a través de un proceso de cambio radical.
Añadidamente, al asociarse con la planificación y la economía entra en
funcionamiento el plan autogestor, las formas de las herramientas y la
finalidad de los productos o servicios que harán posible la ampliación de las
fuentes de financiamiento.
Al adentrarnos en las posturas lexicológicas antes descritas, es
posible observar algunos significados que le da el lenguaje común a los
términos autogestión, autogestión comunal y autogestión financiera comunal,
percibiéndose desde enfoques basados en su origen, en el contexto espacial
y político, en sus beneficiarios (el colectivo) o en sus rasgos más
elementales: se captan y generan ingresos financieros con autonomía con un
carácter fundamentalmente democrático y participativo, hasta aquellos que
identifican la autogestión financiera comunal como un modelo de gestión,
capacidad institucional, contrapoder. La noción más compartida es su valor u
orientación como gestión social o comunal, subrayando el cooperativismo y
las realizaciones alcanzadas por los esfuerzos propios.
A partir de esas declaraciones, el investigador advierte de una u otra
forma, el carácter transformador de la autogestión financiera comunal como
expresión de la autonomía al producir efectos en los contextos y relaciones
en los cuales las comunidades organizadas participan, no obstante, aún en
este punto, no queda claro todo lo que envuelve su conceptualización, siendo
imprescindible pasar a la fase siguiente.
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