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Alejandro Dumas - La dama de Monsoreau - v1.0.

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Bussy sabía muy bien que Enrique no estaría<br />

en este aposento, pues que su hermano le<br />

pedía audiencia en el gran salón; pero sabía<br />

así mismo que cerca <strong>de</strong> él estaba el <strong>de</strong> la nodriza<br />

<strong>de</strong> Carlos IX, que se había transformado<br />

en el <strong>de</strong>l favorito <strong>de</strong> Enrique III. Como Enrique<br />

III era un hombre tan voluble en sus<br />

amista<strong>de</strong>s, este cuarto había sido ocupado<br />

sucesivamente por Maugiron, d'O, <strong>de</strong> Epernon,<br />

Quelus y Schomberg, y en aquel instante<br />

<strong>de</strong>bía estarlo en la opinión <strong>de</strong> Bussy por<br />

San Lucas, puesto que el rey, como ya hemos<br />

visto, sentía aumentarse <strong>de</strong> tal modo su ternura<br />

en favor <strong>de</strong> este .joven, que le había<br />

robado, por <strong>de</strong>cirlo así, a su esposa.<br />

Y era que Enrique III, <strong>de</strong> una organización<br />

singular, príncipe superficial, príncipe profundo,<br />

príncipe cobar<strong>de</strong>, príncipe valiente; Enrique<br />

III, lleno siempre <strong>de</strong> tedio, siempre inquieto,<br />

siempre receloso, necesitaba estar en<br />

una incesante distracción. Durante el día, el<br />

tumulto, los juegos, el ejercicio, las burlas,<br />

las mascaradas, las intrigas: por la noche las<br />

disputas, la oración, todo mezclado. Así Enrique<br />

III era el único cuyo carácter tenía mu-

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