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Alejandro Dumas - La dama de Monsoreau - v1.0.

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-¡Bah! -exclamó Gorenflot-, ¿dón<strong>de</strong> nos<br />

veremos?<br />

-En la plaza <strong>de</strong>l pueblo.<br />

-Esperadme allí.<br />

Y Gorenflot se a<strong>de</strong>lantó con resuelto paso<br />

hacia los frailes franciscanos, mientras Chicot,<br />

por una calle <strong>de</strong> travesía, se encaminaba<br />

a la plaza <strong>de</strong>l lugar.<br />

Allí encontró en la posada <strong>de</strong>l Gallo Atrevido<br />

al capitán <strong>de</strong> caballería, que estaba bebiendo<br />

una botella <strong>de</strong> un vinillo <strong>de</strong> Auxerre,<br />

que los aficionados <strong>de</strong> segundo or<strong>de</strong>n confundían<br />

con el <strong>de</strong> Borgoña: el gascón supo<br />

por el capitán nuevas noticias que confirmaron<br />

<strong>de</strong> todo punto las que le había dado Gorenflot.<br />

En un instante ajustó Chicot dos caballos<br />

que el capitán puso en la lista <strong>de</strong> los muertos<br />

en el camino, y que merced a este acci<strong>de</strong>nte<br />

pudo darlos por treinta y cinco doblones los<br />

dos.<br />

Sólo faltaba ajustar las sillas y las bridas,<br />

cuando Chicot vio salir por una callejuela lateral<br />

al P. Gorenflot, llevando las dos sillas en<br />

la cabeza y las dos bridas en la mano.

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