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Alejandro Dumas - La dama de Monsoreau - v1.0.

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esbeltas, un pie tan encantador y un talle tan<br />

esbelto y <strong>de</strong>licado.<br />

Nada le <strong>de</strong>cía Remigio, pero no apartaba<br />

<strong>de</strong> él la vista; entonces comprendió Bussy por<br />

qué le había traído su amigo a ,la calle <strong>de</strong><br />

Santa María Egipciaca, y por qué le había<br />

hecho penetrar en la iglesia.<br />

Siguió Bussy a aquella mujer, y Remigio le<br />

siguió a él.<br />

Habría sido muy divertido ver aquella procesión<br />

compuesta <strong>de</strong> cuatro personas que se<br />

seguían unas a otras paso a paso, si la tristeza<br />

y la pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> dos <strong>de</strong> ellas no hubiesen<br />

revelado que pa<strong>de</strong>cían cruelmente.<br />

Gertrudis, que iba la primera, volvió la esquina<br />

<strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> Montmartre, dio algunos<br />

pasos por ella, y luego torció a la <strong>de</strong>recha para<br />

entrar en un callejón sin salida a cuyo extremo<br />

había una puerta.<br />

Vaciló Bussy un momento, pero Remigio le<br />

dijo:<br />

-Señor con<strong>de</strong>, ¿queréis que os pise los talones?<br />

Bussy siguió su camino.

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