Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

Pero ¿qué ocurriría si en vez de ser estos nuevos muchachos,
cuyas familias pudieron pagarles en su mayoría unos cuantos
años de estudio, los que acabaran sus carreras, si en vez de
ellos, fueran doscientos o trescientos campesinos, los que
hubieran surgido, digamos por arte de magia, de las aulas
universitarias
Hubiera sucedido, simplemente, que esos campesinos hubieran
corrido, inmediatamente, y con todo entusiasmo, a
socorrer a sus hermanos.
Desde entonces, la medicina cubana y los servicios de salud
se han desarrollado de varias formas singulares y revolucionarias,
pero solo ahora, cincuenta años después, el sueño de
Che se ha concretado por completo. Actualmente es literalmente
cierto que los campesinos, conjuntamente con los hijos
de la empobrecida clase trabajadora y de las comunidades indígenas,
se están convirtiendo en médicos y corren «con entusiasmo,
a socorrer a sus hermanos».
Mientras esto sucede en las montañas de Haití, entre el pueblo
garífuna en la costa caribeña de Honduras, en las aldeas
de África y el altiplano de Bolivia, en la mayor de las escalas
está ocurriendo en los pueblos rurales y barrios urbanos de
Venezuela.
Cuando viví en las montañas del occidente venezolano en
2007 y 2008, fui testigo del surgimiento de médicos revolucionarios
cada mañana mientras salía de nuestra pequeña casa
de techo de hojalata. Che hubiera quedado encantado con la
escena: mientras el sol sale sobre la montaña tras la aldea de
Monte Carmelo y la blanca neblina comienza a desaparecer
del bosque nuboso, cuatro jóvenes campesinos van por el camino
en sus camisetas color vino tinto y sus limpias batas
blancas dobladas bajo el brazo para protegerlas del polvo.
A las siete de la mañana saludan a los estudiantes de la escuela
secundaria que esperan para comenzar sus clases en tres aulas
de la cooperativa de mujeres; luego se suben al «taxi», una
curtida camioneta Toyota de treinta años que a menudo lleva
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