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a algunos de los más experimentados veteranos y se convirtió
rápidamente en el destino de la segunda mayor misión
de Cuba, más de 2 000 trabajadores de la salud.
Todas estas deficiencias no son tan sorprendentes, dada la
naturaleza específica de este masivo programa médico, pero
los ajustes necesarios probablemente se hubieran podido hacer
si no fuera por la dificultad de implementar las directivas del
gobierno central de manera que se atendiera con eficiencia a
los participantes activos a nivel del vecindario de base. Los
mayores problemas de Barrio Adentro han surgido de una aflicción
común a muchas misiones sociales en Venezuela, atinadamente
diagnosticada por el doctor Delgado, de la Sociedad
Bolivariana de Medicina General Integral, quien citó la debilidad
de los burócratas regionales y estatales: «En 90 % de los
casos han sido ineficaces». Debido a que Venezuela sufre de una
enfermedad burocrática que la ha plagado durante muchas décadas,
Chávez heredó de anteriores presidencias y gobiernos
estatales un incomprensible laberinto de inútiles oficinas. La
proliferación de más programas públicos tendió a magnificar
el problema. Hay pocos modelos eficientes y directos de administración
pública y civil en Venezuela, así que no debe extrañar
que en muchas partes del país las oficinas encargadas de
coordinar las misiones médicas y sociales a nivel local fueran
incompetentes, desatentas o corruptas. Por fortuna, las estructuras
emergentes de democracia participativa, personificadas
en los comités de salud de los vecindarios y en los concejos
comunales, a menudo han podido sacar a la luz esas ineficiencias.
Aún así, la construcción de coherentes redes de responsabilidad
y autoridad que basen su fuerza en esas instituciones
democráticas populares sigue siendo uno de los mayores retos de
la Revolución bolivariana.
Intentos contrarrevolucionarios
para entorpecer las misiones médicas
Tan pronto como se estableció Barrio Adentro, un grupo de venezolanos
desafectos y exiliados cubanos comenzaron a alen-
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