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Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

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médicos, el Comité <strong>de</strong> Salud <strong>de</strong>l vecindario temía por su seguridad<br />

e insistía en que sus miembros acompañaran a los médicos<br />

a todos <strong>la</strong>dos y actuaran como sus guardaespaldas.<br />

Cuando le pregunté por esto al doctor Yonel, me dijo: «Hay un<br />

nivel <strong>de</strong> criminalidad en <strong>la</strong>s calles que a los cubanos nos resulta<br />

difícil compren<strong>de</strong>r, así que, por supuesto, yo tomo precauciones<br />

que no tomo en La Habana. Al principio, nuestro<br />

barrio temía que <strong>la</strong>s fuerzas <strong>de</strong> <strong>la</strong> oposición política nos acosaran,<br />

pero yo nunca he tenido un solo problema». Yonel llegó<br />

al barrio un año <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que llegaran los primeros cubanos,<br />

y se sentía cómodo explorando <strong>la</strong> ciudad, visitando varios museos<br />

y <strong>la</strong> Universidad Central, y hab<strong>la</strong>ndo con toda libertad<br />

con muchos venezo<strong>la</strong>nos, incluso con unos pocos que se oponían<br />

al presi<strong>de</strong>nte Chávez. Sin embargo, los resi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong><br />

Antímano tenían razón al ser cautelosos en re<strong>la</strong>ción con el<br />

doctor Yonel. Estaban dispuestos a admitir que el nivel <strong>de</strong><br />

criminalidad era una verda<strong>de</strong>ra amenaza para todos, hasta<br />

para su nuevo <strong>de</strong>ntista. En el estado <strong>de</strong> Aragua habían asesinado<br />

a un médico cubano en 2003 y a otro lo habían matado<br />

en Anzoátegui en 2004. A varios trabajadores <strong>de</strong> <strong>la</strong> salud los<br />

mataron durante los primeros seis años <strong>de</strong> <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong><br />

Barrio A<strong>de</strong>ntro, a algunos <strong>de</strong> ellos cuando trataron <strong>de</strong> proteger<br />

a sus vecinos <strong>de</strong> <strong>la</strong>drones armados.<br />

Al mismo tiempo, circu<strong>la</strong>ban varias historias <strong>de</strong> criminales<br />

que perdonaban a cubanos cuando se enteraban <strong>de</strong> que eran<br />

los médicos que atendían a su comunidad. Un médico re<strong>la</strong>tó<br />

su experiencia con un <strong>la</strong>drón que lo amenazó con un gigantesco<br />

«matavaca» en un barrio <strong>de</strong> Caracas. Cuando se dio cuenta <strong>de</strong><br />

que estaba a punto <strong>de</strong> matar o herir a un médico cubano, el<br />

<strong>la</strong>drón se arrepintió <strong>de</strong> inmediato; luego quiso guiar al médico<br />

para evadir a los «verda<strong>de</strong>ros criminales» <strong>de</strong>l vecindario.<br />

Otra historia más apócrifa, que se repetía en los estados <strong>de</strong><br />

Lara y Miranda, e incluso por los que visitaban a <strong>la</strong>s brigadas<br />

médicas cubanas que operaban en Honduras, cuenta <strong>de</strong> <strong>la</strong>drones<br />

que se indignaban con sus víctimas porque no llevaban<br />

dinero, así que querían matar<strong>la</strong>s. Pero cuando se enteraban<br />

<strong>de</strong> que sus víctimas eran médicos cubanos, se excusaban y les<br />

daban algún dinero, para que tuvieran algo en el bolsillo para<br />

que <strong>la</strong> próxima banda <strong>de</strong> <strong>la</strong>drones no se <strong>de</strong>cidiera a matarlos.<br />

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