Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

te. Fue sorprendente que Honduras, la cual ha estado dominada
por la presencia diplomática y militar estadounidense
desde las guerras centroamericanas de la década de los ochenta,
pudiera convertirse en miembro del ALBA, aunque por corto
tiempo, de 2007 a 2009. Ocurrió durante la presidencia de
Manuel Zelaya, un rico ganadero y maderero cuyos antecedentes
en el Partido Liberal no parecían calificarlo como político
de centroizquierda, mucho menos como revolucionario.
Sin duda Honduras, un país con una gran base de la Fuerza
Aérea de Estados Unidos, sus propias fuerzas armadas bien
entrenadas en la fidelidad derechista al Norte, y una oligarquía
dominante que tenía el control frente a una empobrecida
mayoría, no era una candidata probable para la transformación
socialista.
Sin embargo, el presidente Zelaya, con el apoyo de activos
movimientos sociales a nivel de base, pudo realizar un número
de importantes reformas. Esto sucedió porque el ALBA
estuvo dispuesta a prestar ayuda práctica a Honduras, y también
porque el fermento provocado por la Batalla de Ideas y
varias concepciones del socialismo del siglo XXI hacían que la
gente común creyera que un cambio, incluso paulatino, era
posible. Las donaciones y préstamos a bajo interés del ALBA
financiaron el desarrollo rural y la agricultura, así como la
asistencia a programas de salud, educacionales y tecnológicos.
Precios favorables del petróleo comprado por medio del
programa venezolano Petrocaribe permitieron al Gobierno
hondureño disponer de dinero para propósitos sociales, como
la iniciativa de que la educación pública para todos los niños
fuera enteramente gratuita. Al principio, algunos de estos cambios
fueron aceptados o tolerados por el Partido Liberal de
Zelaya y muchos otros de las clases de élite, y en 2008 el Congreso
estaba dispuesto a aprobar tanto el acuerdo petrolero
de Petrocaribe como la pertenencia al ALBA.
Como se mencionó en el capítulo 3, la Asociación Médica
Hondureña llegó a abandonar su actitud hostil hacia los médicos
cubanos e incluso asistió junto con el presidente Zelaya a
celebraciones por la colaboración cubana en nuevos proyectos
hondureños de salud, como la inauguración de un hospital en
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