Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau
Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau
Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>de</strong> <strong>la</strong> doctora resultó cierta y el niño fue ingresado. En <strong>la</strong> clínica<br />
lo trataron con los antibióticos indicados y se recuperó totalmente.<br />
«Si no –dijo <strong>la</strong> madre–, estoy segura <strong>de</strong> que hubiera<br />
muerto».<br />
El ejército <strong>de</strong> paz <strong>de</strong>l doctor Yonel<br />
Esa tar<strong>de</strong>, al fin pu<strong>de</strong> conocer a mi primer cubano profesional<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> medicina, el doctor Yonel, un joven <strong>de</strong>ntista que llevaba<br />
trabajando unos cinco meses en Antímano. Yonel dijo que <strong>la</strong><br />
mayor parte <strong>de</strong>l personal médico cubano estaba dispuesto a<br />
venir <strong>de</strong> voluntario para una misión <strong>de</strong> dos años, como había<br />
hecho él, pero sabía que algunos tenían responsabilida<strong>de</strong>s familiares<br />
y otras obligaciones que les impedían venir. Otros,<br />
sencil<strong>la</strong>mente preferían no viajar.<br />
«Yo soy joven y soltero y quiero ver el mundo», dijo, y luego<br />
agregó: «Honestamente, <strong>la</strong> razón más importante por <strong>la</strong> que<br />
estoy aquí es que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño siempre soné con ser médico, y<br />
mis verda<strong>de</strong>ros héroes eran los médicos cubanos que por aquel<strong>la</strong><br />
época viajaban a otras tierras para ayudar a <strong>la</strong> gente, en especial<br />
a África. Antes <strong>de</strong> venir, trabajé en una policlínica en<br />
La Habana con un equipo <strong>de</strong> diecinueve <strong>de</strong>ntistas, y todos me<br />
alentaron para que aprovechara esta oportunidad».<br />
Alguien <strong>de</strong>cidió tomarle el pelo al doctor Yonel, probablemente<br />
porque era bien parecido y soltero. «¿No te gustan <strong>la</strong>s<br />
muchachas venezo<strong>la</strong>nas A lo mejor <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>s casarte con una<br />
y entonces, ¿dón<strong>de</strong> vas a vivir, aquí o en Cuba».<br />
«Bueno, <strong>la</strong>s muchachas <strong>de</strong> aquí son bonitas, y también bastante<br />
agresivas». Sonrió. «Yo creo que pudiera hacer cualquiera<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos cosas, pero mi trabajo y mis colegas esperan por mí<br />
en La Habana, así que creo que voy a regresar. No estoy seguro<br />
<strong>de</strong> que una venezo<strong>la</strong>na esté preparada para vivir allá, ya<br />
que <strong>la</strong> esposa <strong>de</strong> un médico cubano no pue<strong>de</strong> esperar tener<br />
posesiones materiales».<br />
Anteriormente una mujer <strong>de</strong>l Comité <strong>de</strong> Salud <strong>de</strong>l reluciente<br />
primer módulo octagonal <strong>de</strong> Barrio A<strong>de</strong>ntro que visité había<br />
explicado que, cuando llegaron a Antímano los primeros<br />
115