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confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1

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elclub<strong>de</strong>lsoftware.blogspot.com<br />

japoneses tal vez les interesaría financiarlo.<br />

—Son los principales clientes <strong>de</strong>l Canal.<br />

—Exacto. Por supuesto, si ellos ponen el dinero, ellos serán los adjudicatarios<br />

<strong>de</strong> la obra.<br />

Fue <strong>un</strong>a revelación súbita para mí.<br />

—Y la Bechtel se queda al margen.<br />

— La obra <strong>de</strong> ingeniería más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> la historia reciente —y prosiguió—:<br />

el presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Bechtel es George Shultz, el secretario <strong>de</strong>l Tesoro <strong>de</strong> Nixon. Ya<br />

imaginará usted la influencia que tiene, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> su notorio mal genio. La<br />

Bechtel está atiborrada <strong>de</strong> amiguetes <strong>de</strong> Nixon, <strong>de</strong> Ford y <strong>de</strong> Bush. Me han dicho<br />

que la familia Bechtel maneja los entresijos <strong>de</strong>l partido republicano.<br />

La conversación empezaba a crearme <strong>un</strong>a gran incomodidad. Yo era <strong>un</strong>o <strong>de</strong><br />

los <strong>de</strong>dicados a perpetuar el sistema que él aborrecía tanto, y estaba seguro <strong>de</strong> que<br />

lo sabía. Según todas las apariencias, mi encargo <strong>de</strong> persuadirle para que aceptase<br />

créditos internacionales a cambio <strong>de</strong> contratar a gabinetes <strong>de</strong> ingeniería y<br />

constructoras estado<strong>un</strong>i<strong>de</strong>nses acababa <strong>de</strong> chocar con <strong>un</strong> muro infranqueable.<br />

Decidí atacar <strong>de</strong> frente.<br />

—General —preg<strong>un</strong>té—, ¿para qué me ha mandado llamar?<br />

Miró el reloj y sonrió.<br />

—Sí, es hora <strong>de</strong> ocuparnos <strong>de</strong> lo nuestro. Panamá necesita su ayuda. Yo la<br />

necesito.<br />

—¿Mi ayuda? —preg<strong>un</strong>té, sorprendido — . ¿En qué puedo ayudarles?<br />

—Vamos a recuperar el Canal. Pero con eso no basta. —Se arrellanó en su<br />

sillón—. Es preciso que sirvamos <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>lo. Debemos <strong>de</strong>mostrar que nos<br />

preocupan nuestros pobres y <strong>de</strong>mostrar, al mismo tiempo, sin lugar a dudas, que<br />

la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> ganar nuestra in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia no viene dictada por Rusia ni por<br />

China ni por Cuba. Que el m<strong>un</strong>do vea que Panamá es <strong>un</strong> país razonable, que no<br />

estamos contra Estados Unidos sino a favor <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> los pobres.<br />

Cruzó las piernas y prosiguió:<br />

—Para conseguirlo hay que construir <strong>un</strong>a base económica que no tenga<br />

parangón en este hemisferio. Electricidad, sí, pero electricidad que llegue hasta<br />

los más humil<strong>de</strong>s, subvencionada. Y lo mismo para el transporte y las<br />

com<strong>un</strong>icaciones, y sobre todo para la agricultura. Eso requiere dinero. El dinero<br />

<strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>l Banco M<strong>un</strong>dial y <strong>de</strong>l Banco Interamericano <strong>de</strong> Desarrollo.<br />

Una vez más se inclinó hacia mí para mirarme fijamente.<br />

—Tengo entendido que su empresa necesita más trabajo y suele conseguirlo<br />

inflando las dimensiones <strong>de</strong> los proyectos: carreteras más<br />

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