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22<br />

La república americana contra el<br />

imperio global<br />

V<br />

oy a hablarte con franqueza —dijo Paula, sentados los dos en <strong>un</strong>a cafetería—. Los<br />

indios y los granjeros cuyas fincas se hallan a orillas <strong>de</strong>l río don<strong>de</strong> estáis<br />

construyendo vuestro pantano os odian a muerte. Hasta los habitantes <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s,<br />

a<strong>un</strong> sin estar directamente afectados, simpatizan con la guerrilla que ha empezado a<br />

atacar la obra. Vuestro gobierno dice que son <strong>un</strong>os com<strong>un</strong>istas, <strong>un</strong>os terroristas y <strong>un</strong>os<br />

narcotrafícantes, pero la verdad es que no son más que personas que tienen familia y<br />

que vivían en las tierras que tu compañía está <strong>de</strong>struyendo.<br />

Yo acababa <strong>de</strong> mencionarle lo <strong>de</strong> Manuel Torres. Era éste <strong>un</strong> ingeniero empleado <strong>de</strong><br />

MAIN y <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los que habían sufrido recientemente el ataque <strong>de</strong> la guerrilla en los<br />

lugares don<strong>de</strong> levantábamos la presa. Manuel era colombiano y lo empleábamos<br />

porque el Departamento <strong>de</strong> Estado había promulgado <strong>un</strong>a norma que prohibía enviar<br />

ciudadanos estado<strong>un</strong>i<strong>de</strong>nses a esa obra. Nosotros llamábamos a esto «la doctrina <strong>de</strong><br />

los colombianos prescindibles», lo que simbolizaba para mí <strong>un</strong>a actitud que había<br />

acabado por aborrecer. Y mis sentimientos hacia esas políticas estaban empezando a<br />

complicarme la vida <strong>de</strong>masiado.<br />

—Según Manuel, dispararon con sus AK-47, primero al aire y luego a sus pies —le<br />

conté a Paula—. Parecía tranquilo cuando me lo contó pero yo sé que estaba casi<br />

histérico. No mataron a nadie.<br />

Se limitaron a darles ese mensaje y luego los enviaron río abajo en sus barcas.<br />

— ¡Dios mío! — exclamó Paula —. Estaría aterrorizado el pobre.<br />

—Sí que lo estaba. —Y luego recordé que le había preg<strong>un</strong>tado a Manuel si le<br />

habían parecido <strong>de</strong> las FARC o <strong>de</strong>l M-19, refiriéndome a los dos grupos guerrilleros<br />

colombianos más temidos.<br />

-¿Y qué?<br />

— El dice que ni <strong>de</strong> lo <strong>un</strong>o ni <strong>de</strong> lo otro. Pero que cree lo que an<strong>un</strong>cian<br />

en esta carta.<br />

Paula recogió el periódico que yo había traído y leyó en voz alta el<br />

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