confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
elclub<strong>de</strong>lsoftware.blogspot.com<br />
El se arrellanó en su asiento y sonrió, visiblemente más tranquilo.<br />
—Por supuesto, otro libro como ese último, sobre el estrés y cosas así, podría ser<br />
perfectamente aceptable. En ocasiones algo así incluso pue<strong>de</strong> favorecer la carrera <strong>de</strong><br />
<strong>un</strong>o. En tanto que asesor <strong>de</strong> SWEC, es usted muy dueño <strong>de</strong> publicar sobre esa clase <strong>de</strong><br />
temas. —Y me miró como quedándose pendiente <strong>de</strong> mi respuesta.<br />
—Es bueno saberlo.<br />
—Sí. Perfectamente aceptable. Ni que <strong>de</strong>cir tiene, por supuesto, que n<strong>un</strong>ca<br />
mencionará usted el nombre <strong>de</strong> nuestra compañía en sus libros y que no escribirá <strong>de</strong><br />
nada que afecte a la naturaleza <strong>de</strong> nuestros negocios aquí ni a las activida<strong>de</strong>s que<br />
<strong>de</strong>sarrolló usted en MAIN. No aludirá a temas políticos ni a operaciones con la banca<br />
internacional o proyectos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo. —Me dirigió otra mirada escrutadora—.<br />
Simple cuestión <strong>de</strong> confi<strong>de</strong>ncialidad.<br />
—Ni que <strong>de</strong>cir tiene — le aseguré.<br />
Por <strong>un</strong> instante mi corazón dio <strong>un</strong> vuelco y noté otra vez aquella extraña sensación,<br />
la misma que con Howard Parker en Indonesia o mientras recorría la capital <strong>de</strong><br />
Panamá con Fi<strong>de</strong>l o tomaba el café con Paula en Colombia. La sensación <strong>de</strong> haberme<br />
vendido otra vez. Aquello no era <strong>un</strong> soborno en el sentido jurídico. Era perfectamente<br />
normal y legítimo que <strong>un</strong>a compañía me pagase por incluir mi nombre en su cuadro <strong>de</strong><br />
honor, y por requerir mis consejos o mi presencia ocasional en alg<strong>un</strong>a j<strong>un</strong>ta. Pero el<br />
motivo real <strong>de</strong> mi contratación era evi<strong>de</strong>nte.<br />
Me ofrecía <strong>un</strong>os honorarios anuales equivalentes al salario <strong>de</strong> <strong>un</strong> ejecutivo.<br />
Aquella misma tar<strong>de</strong>, sentado en el aeropuerto en <strong>un</strong>a especie <strong>de</strong> estado <strong>de</strong><br />
estupefacción mientras esperaba mi vuelo <strong>de</strong> regreso a Florida, otra vez me pareció<br />
que me había prostituido. Peor aún, me pareció que había traicionado a mi hija, a mi<br />
familia, a mi país. Y sin embargo, me dije, apenas tenía otra opción. Sabía que, <strong>de</strong> no<br />
haber aceptado tal soborno, habrían intentado lo mismo con amenazas.<br />
206