confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
elclub<strong>de</strong>lsoftware.blogspot.com<br />
aceptaban nuestra oferta, adquiriendo así la seguridad <strong>de</strong> continuar como soberanos<br />
contando con nuestra ayuda y protección, o bien podían negarse... y correr la<br />
misma suerte que Mosad<strong>de</strong>q. Cuando el enviado regresó a Washington llevaba la<br />
noticia <strong>de</strong> que los saudíes estaban dispuestos a cumplir con su parte.<br />
Restaba <strong>un</strong> pequeño obstáculo. Tendríamos que convencer a otras<br />
personalida<strong>de</strong>s clave <strong>de</strong>l régimen saudí. Según se nos informó, era <strong>un</strong> as<strong>un</strong>to <strong>de</strong><br />
familia. A<strong>un</strong>que Arabia Saudí no fuese <strong>un</strong>a <strong>de</strong>mocracia, al parecer <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />
Casa <strong>de</strong> Saud se <strong>de</strong>cidía por consenso.<br />
En 1975 recibí el encargo <strong>de</strong> trabajar con <strong>un</strong>o <strong>de</strong> dichos personajes clave. Para<br />
mí siempre fue el príncipe W., a<strong>un</strong>que n<strong>un</strong>ca he averiguado si era realmente <strong>de</strong> la<br />
línea sucesoria. Mi misión consistía en persuadirle <strong>de</strong> que el «caso <strong>de</strong>l blanqueo <strong>de</strong><br />
dinero» iba a ser tan beneficioso para su país como para él personalmente.<br />
No era tan fácil como pudiera parecer a primera vista. El príncipe W. se<br />
consi<strong>de</strong>raba <strong>un</strong> buen wahabí y manifestó que no le gustaría ver cómo su país seguía<br />
los pasos <strong>de</strong>l mercantilismo occi<strong>de</strong>ntal. A<strong>de</strong>más, dijo haber entendido la naturaleza<br />
insidiosa <strong>de</strong> nuestras propuestas. Sostenía que nosotros perseguíamos los mismos<br />
objetivos que los cruzados <strong>de</strong> hace mil años: la cristianización <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do árabe. En<br />
realidad no iba <strong>de</strong>l todo <strong>de</strong>sencaminado. En mi opinión la diferencia entre los<br />
cruzados y nosotros era cuestión <strong>de</strong> grado. Los cristianos <strong>de</strong> la Europa medieval<br />
proclamaban la intención <strong>de</strong> salvar <strong>de</strong>l purgatorio a los musulmanes. Nosotros<br />
afirmábamos el propósito <strong>de</strong> ayudar a la mo<strong>de</strong>rnización <strong>de</strong> los saudíes. En realidad<br />
creo que los cruzados, lo mismo que la corporatocracia, iban principalmente a por<br />
la expansión <strong>de</strong> su imperio.<br />
Creencias religiosas aparte, el príncipe W. tenía <strong>un</strong>a <strong>de</strong>bilidad, que eran las<br />
rubias guapas. Ahora resulta casi escandaloso aludir a lo que se ha convertido en<br />
<strong>un</strong> estereotipo incorrecto y, a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>bo mencionar que, <strong>de</strong> los muchos saudíes<br />
que he tratado, el príncipe W. ha sido el único en manifestar esa proclividad, o por<br />
lo menos el único que la manifestaba en mi presencia. Pero no pue<strong>de</strong> silenciarse<br />
porque tuvo su papel en la estructuración <strong>de</strong> aquel convenio histórico, y <strong>de</strong>muestra<br />
hasta qué extremos estaba yo dispuesto a llegar con tal <strong>de</strong> cumplir con mi misión.<br />
122