confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
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elclub<strong>de</strong>lsoftware.blogspot.com<br />
—Exacto. Un cesto <strong>de</strong> uvas. Pue<strong>de</strong>s escoger este racimo y este otro. Me quedo<br />
con Inglaterra. A China, me la como. Indonesia, no la quiero.<br />
—Pero no sin llevarse antes todo el petróleo —remachó otra mujer.<br />
Intenté <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rme, pero era mucha tarea para mí solo. Quise alabarme por<br />
haber entrado en aquel barrio y por haber contemplado toda la f<strong>un</strong>ción sin<br />
protestar contra su anti-americanismo, que a<strong>de</strong>más podía haberme tomado como<br />
<strong>un</strong>a ofensa personal. Quise que apreciaran lo que yo había hecho, que supieran<br />
que yo era el único <strong>de</strong> todo mi equipo que se había molestado en apren<strong>de</strong>r bahasa<br />
y <strong>de</strong>seaba conocer su cultura, y señalar que había sido el único extranjero<br />
presente en la f<strong>un</strong>ción. Pero <strong>de</strong>cidí que sería mejor no mencionar nada <strong>de</strong> eso.<br />
Era preferible cambiar <strong>de</strong> conversación. Les preg<strong>un</strong>té por qué, en opinión <strong>de</strong><br />
ellos, el dalang se había fijado en los países islámicos, con excepción <strong>de</strong> Vietnam.<br />
La bella estudiante <strong>de</strong> inglés soltó <strong>un</strong>a carcajada.<br />
— ¡Porque ése es el plan!<br />
—Vietnam no es más que <strong>un</strong>a maniobra <strong>de</strong> diversión —intervino <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los<br />
hombres—. Como Holanda lo fue para los nazis. Un peldaño <strong>de</strong> la escalada.<br />
—El blanco real es el m<strong>un</strong>do musulmán —continuó la mujer.<br />
Pensé que no podía <strong>de</strong>jarlo pasar sin réplica.<br />
—Sin duda no creerán uste<strong>de</strong>s que Estados Unidos va contra el islam —<br />
protesté.<br />
—Ah ¿no? —preg<strong>un</strong>tó ella—. ¿Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cuándo no es así? No tiene más que<br />
leer a <strong>un</strong>o <strong>de</strong> sus propios historiadores. El británico Toynbee. Allá por los años<br />
cincuenta, él predijo que la auténtica guerra <strong>de</strong>l próximo siglo no estaría entre<br />
com<strong>un</strong>istas y capitalistas, sino entre cristianos y musulmanes.<br />
—¿Arnold Toynbee dijo eso? —preg<strong>un</strong>té con asombro.<br />
—Sí. Lea usted El juicio a la civilización y El m<strong>un</strong>do y el Occi<strong>de</strong>nte.<br />
—Pero ¿por qué iba a producirse tal animosidad entre musulmanes y<br />
cristianos? —planteé.<br />
Cambiaron miradas entorno a la mesa. Como si les costase creer que alguien<br />
fuese capaz <strong>de</strong> formular <strong>un</strong>a preg<strong>un</strong>ta tan tonta.<br />
—Porque Occi<strong>de</strong>nte... —empezó muy <strong>de</strong>spacio, como quien habla a <strong>un</strong><br />
interlocutor algo lento <strong>de</strong> entendimiento, o duro <strong>de</strong> oído—, y en especial su lí<strong>de</strong>r,<br />
Estados Unidos, está <strong>de</strong>cidido a apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do, a convertirse en el<br />
imperio más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> la historia. Ya se halla muy cerca <strong>de</strong> conseguirlo. La<br />
Unión Soviética es la única que se lo impi<strong>de</strong>, pero los soviéticos van a durar poco.<br />
Toynbee supo verlo. No tienen ning<strong>un</strong>a<br />
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