confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
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elclub<strong>de</strong>lsoftware.blogspot.com<br />
llamó «la política <strong>de</strong> hidrocarburos». Esta política se f<strong>un</strong>daba en la premisa <strong>de</strong> que el<br />
mayor recurso en potencia <strong>de</strong> Ecuador era el petróleo, y <strong>de</strong> que toda explotación futura<br />
<strong>de</strong> dicho recurso tendría que realizarse <strong>de</strong> manera que aportase el máximo beneficio al<br />
más amplio porcentaje <strong>de</strong> la población. Roídos creía firmemente en la obligación<br />
estatal <strong>de</strong> ayudar a los pobres y <strong>de</strong>svalidos. Confiaba en que la política <strong>de</strong><br />
hidrocarburos pudiera servir <strong>de</strong> vector <strong>de</strong> la reforma social. Era necesario hilar fino, sin<br />
embargo, porque Roídos sabía que en Ecuador, como ocurría en tantos otros países,<br />
n<strong>un</strong>ca saldría elegido sin contar con el apoyo <strong>de</strong> <strong>un</strong>a parte, al menos, <strong>de</strong> las familias<br />
más influyentes. E incluso si lograse ganar las elecciones sin ellas, le sería preciso<br />
contar con esos apoyos para poner en práctica sus programas.<br />
Personalmente me aliviaba que el inquilino <strong>de</strong> la Casa Blanca, en esa época, fuese<br />
Cárter. Pese a las presiones <strong>de</strong> la Texaco y otros intereses petroleros, Washington se<br />
abstuvo <strong>de</strong> inmiscuirse, lo que, como yo sabía, no habría sido el caso con otras<br />
administraciones, <strong>de</strong>mócratas o republicanas.<br />
Creo que fue la política <strong>de</strong> hidrocarburos, más que ning<strong>un</strong>a otra cuestión, la que<br />
convenció a los ecuatorianos y aupó a Roídos al palacio presi<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong> Quito: el<br />
primer presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>mocráticamente elegido <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>un</strong>a larga sucesión <strong>de</strong><br />
dictadores. Las bases <strong>de</strong> su política quedaron resumidas en el discurso <strong>de</strong> posesión<br />
presi<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong>l 10 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1979:<br />
Debemos tomar medidas efectivas para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r los recursos energéticos <strong>de</strong> la<br />
nación. El Estado [<strong>de</strong>be] mantener la diversificación <strong>de</strong> sus exportaciones y no<br />
per<strong>de</strong>r su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia económica [...] Nuestras <strong>de</strong>cisiones se inspirarán<br />
únicamente en los intereses nacionales y en la <strong>de</strong>fensa incondicional <strong>de</strong> nuestros<br />
<strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> soberanía. 2<br />
Una vez investido, Roídos se vio obligado a centrar su atención en Texaco,<br />
entonces jugadora principal en la partida <strong>de</strong>l petróleo. La relación fue sumamente<br />
espinosa. La gigante petrolera no confiaba en el nuevo presi<strong>de</strong>nte ni <strong>de</strong>seaba colaborar<br />
en ning<strong>un</strong>a política que sentara prece<strong>de</strong>ntes nuevos. No se le escapaba que tales<br />
prece<strong>de</strong>ntes habrían servido <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>lo para otros países.<br />
Un discurso pron<strong>un</strong>ciado por José Carvajal, <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los asesores <strong>de</strong> confianza <strong>de</strong><br />
Roídos, resumía la actitud <strong>de</strong>l nuevo gobierno:<br />
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