confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
elclub<strong>de</strong>lsoftware.blogspot.com<br />
—Este se lo daremos al Banco M<strong>un</strong>dial. Veamos si se pue<strong>de</strong> sacar <strong>un</strong> poco<br />
<strong>de</strong> dinero <strong>de</strong> Indonesia.<br />
Descolgó Indonesia <strong>de</strong>l mapa y se acercó al cesto para arrojarla también,<br />
pero en ese preciso instante saltó a escena <strong>un</strong> nuevo protagonista. Representaba<br />
a <strong>un</strong> indonesio en camisa <strong>de</strong> batik y pantalón caqui <strong>de</strong> soldado. Llevaba <strong>un</strong><br />
parche con su nombre claramente legible.<br />
—Es <strong>un</strong> político popular aquí en Band<strong>un</strong>g —explicó Rasy.<br />
El muñeco se interpuso entre Nixon y el hombre <strong>de</strong>l cesto, y alzó la mano.<br />
— ¡Alto! — gritó—. ¡Indonesia es <strong>un</strong> país soberano!<br />
La multitud rompió en <strong>un</strong> aplauso. Entonces el hombre <strong>de</strong>l cesto enarboló la<br />
ban<strong>de</strong>ra a modo <strong>de</strong> lanza y atravesó con ella al indonesio, que trastabilló y<br />
falleció muy dramáticamente. El público prorrumpió en abucheos,<br />
imprecaciones y gritos, agitando los puños alzados al aire. Nixon y el hombre<br />
<strong>de</strong>l cesto se quedaron mirándonos, impasibles, hicieron sendas reverencias y<br />
abandonaron el escenario.<br />
— Creo que será mejor que me vaya —le dije a Rasy. Él me ro<strong>de</strong>ó los<br />
hombros con el brazo en <strong>un</strong> gesto protector—. Tranquilo —dijo—. No va<br />
contra ti personalmente.<br />
Yo no estaba tan seguro. Cuando nos hubimos puesto a buen recaudo en la<br />
cafetería, Rasy y los <strong>de</strong>más me aseguraron que no estaban informados <strong>de</strong> que<br />
iba a haber <strong>un</strong> corto satírico Nixon-Banco M<strong>un</strong>dial.<br />
—N<strong>un</strong>ca se sabe por dón<strong>de</strong> van a salir esos titiriteros —dijo <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los<br />
jóvenes.<br />
Cavilé en voz alta si se habría montado expresamente para mí. Uno <strong>de</strong> ellos<br />
rió. y comentó que yo tenía <strong>un</strong> concepto muy elevado <strong>de</strong> mí mismo.<br />
«Típicamente americano», dijo dándome <strong>un</strong>as palmaditas en la espalda.<br />
—Los indonesios somos gente muy politizada —dijo otro que estaba<br />
sentado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí—. ¿Es que en Norteamérica no tienen espectáculos como<br />
éste?<br />
Enfrente, <strong>un</strong>a mujer muy bella, estudiante <strong>de</strong> lengua inglesa en la<br />
<strong>un</strong>iversidad, se inclinó hacia mí y me preg<strong>un</strong>tó:<br />
—¿Es verdad que usted trabaja para el Banco M<strong>un</strong>dial?<br />
Le dije que actualmente era empleado <strong>de</strong>l Asian Development Bank y <strong>de</strong> la<br />
USAID, la Agencia estado<strong>un</strong>i<strong>de</strong>nse para el <strong>de</strong>sarrollo internacional.<br />
—Pero ¿no son lo mismo? —y sin aguardar respuesta, prosiguió—: ¿No son<br />
como la f<strong>un</strong>ción que hemos visto esta noche? ¿No es cierto que el gobierno <strong>de</strong><br />
usted mira a Indonesia y a otros países como <strong>un</strong> cesto <strong>de</strong>...? —Se <strong>de</strong>tuvo<br />
buscando la palabra.<br />
—¿Un cesto <strong>de</strong> uvas? — ofreció <strong>un</strong>o <strong>de</strong> sus amigos.<br />
69