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confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1

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coche, al que seguía <strong>un</strong>a patulea <strong>de</strong> crios barrigones. Cuando nos <strong>de</strong>tuvimos se<br />

congregaron a mi lado llamándome tío y mendigando <strong>un</strong>as monedas. Me acordé<br />

<strong>de</strong> Yakarta.<br />

Había pintadas en muchas pare<strong>de</strong>s. Alg<strong>un</strong>as eran los habituales corazones<br />

flechados y con las iniciales <strong>de</strong> las parejas, pero la mayoría eran proclamas que<br />

manifestaban odio contra Estados Unidos: «Gringos fuera», «No sigan jodiendo<br />

en nuestro Canal», «Tío Sam negrero», «Nixon: Panamá no es Vietnam». Pero<br />

<strong>un</strong>o que me heló la sangre <strong>de</strong>cía: «Morir por la libertad es el camino <strong>de</strong> Cristo».<br />

—Ahora veremos el otro lado —dijo Fi<strong>de</strong>l—. Yo tengo pase oficial y usted es<br />

ciudadano americano, así que po<strong>de</strong>mos entrar.<br />

Entramos en la zona <strong>de</strong>l Canal bajo <strong>un</strong> cielo <strong>de</strong> color magenta. A<strong>un</strong>que iba<br />

advertido, no fue suficiente. La opulencia <strong>de</strong>l lugar era increíble: gran<strong>de</strong>s<br />

edificios blancos, céspe<strong>de</strong>s primorosamente segados, casas espléndidas, campos<br />

<strong>de</strong> golf, comercios, salas <strong>de</strong> cine.<br />

—Los datos a la vista —an<strong>un</strong>ció — . Aquí todo es propiedad<br />

estado<strong>un</strong>i<strong>de</strong>nse. Todos los comercios, los supermercados, las barberías, los<br />

salones <strong>de</strong> belleza, los restaurantes, todos están exemptos <strong>de</strong> las leyes y los<br />

impuestos <strong>de</strong> Panamá. Hay siete campos <strong>de</strong> golf <strong>de</strong> dieciocho hoyos, estafetas <strong>de</strong><br />

correos estado<strong>un</strong>i<strong>de</strong>nses don<strong>de</strong> hagan falta, juzgados y escuelas estado<strong>un</strong>i<strong>de</strong>nses.<br />

Es <strong>un</strong> país <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> otro país.<br />

— ¡Menuda afrenta!<br />

Fi<strong>de</strong>l me miró fijamente, como para calibrar mi sinceridad.<br />

—Sí —admitió—. Es <strong>un</strong>a palabra bastante a<strong>de</strong>cuada. Ahí fuera —dijo<br />

ap<strong>un</strong>tando con <strong>un</strong> a<strong>de</strong>mán hacia la ciudad—, la renta per capita no alcanza los<br />

mil dólares al año y el índice <strong>de</strong> paro es <strong>de</strong>l treinta por ciento. Por supuesto, en la<br />

barriada que acabamos <strong>de</strong> visitar nadie llega a esos mil dólares, y casi nadie<br />

tiene trabajo.<br />

—¿Y qué se hace al respecto?<br />

Se volvió hacia mí con <strong>un</strong>a mirada entre furiosa y triste.<br />

— ¿Qué po<strong>de</strong>mos hacer? —meneó la cabeza—. No lo sé, pero puedo<br />

<strong>de</strong>cir <strong>un</strong>a cosa: Torrijos lo intenta. Creo que va a ser fatal para él, pero está<br />

haciendo todo lo que pue<strong>de</strong>. Es <strong>un</strong> hombre capaz <strong>de</strong> dar la vida luchando<br />

por su pueblo.<br />

Mientras salíamos <strong>de</strong> la zona <strong>de</strong>l Canal, Fi<strong>de</strong>l me dijo sonriendo:<br />

— ¿Le gusta bailar? — y sin esperar mi contestación, agregó—: Vamos a<br />

cenar, y luego le enseñaré otra cara <strong>de</strong> Panamá.<br />

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