confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
confesiones-de-un-ganster-economico-john-perkins1
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
elclub<strong>de</strong>lsoftware.blogspot.com<br />
com<strong>un</strong>icado.<br />
«Nosotros, los que trabajamos a diario para sobrevivir, juramos por la sangre <strong>de</strong><br />
nuestros antepasados que jamás permitiremos embalses sobre nuestros ríos. No somos<br />
más que sencillos indios y mestizos, pero preferimos morir antes que contemplar<br />
cómo in<strong>un</strong>dan nuestras tierras. Una advertencia para nuestros hermanos colombianos:<br />
no trabajéis más para las constructoras.»<br />
Dejó el periódico a <strong>un</strong> lado.<br />
—¿Y qué le dijiste?<br />
Me <strong>de</strong>tuve a pensarlo, pero sólo fue <strong>un</strong> instante.<br />
— No tenía elección. He <strong>de</strong> marcar la línea <strong>de</strong> la compañía. Le preg<strong>un</strong>té<br />
si le parecía que <strong>un</strong> campesino sería capaz <strong>de</strong> escribir <strong>un</strong> mensaje así.<br />
Ella calló, mirándome con paciencia.<br />
— Él se limito a encogerse <strong>de</strong> hombros. —Nuestros ojos se en<br />
contraron—. ¡Ah, Paula! Me aborrezco a mí mismo interpretando este<br />
papel.<br />
—¿Qué más hiciste? —insistió ella.<br />
—Descargar <strong>un</strong> puñetazo sobre la mesa. Para intimidarlo. Le preg<strong>un</strong>té si veía lógico<br />
que <strong>un</strong>os campesinos anduviesen por ahí armados con fusiles <strong>de</strong> asalto. Luego le<br />
preg<strong>un</strong>té si sabía quién había inventado el AK-47.<br />
—¿Lo sabía?<br />
—Sí, a<strong>un</strong>que le salió la respuesta apenas con <strong>un</strong> hilo <strong>de</strong> voz. «Un ruso», dijo. Claro<br />
que sí. Le aseguré que tenía razón, que el inventor había sido <strong>un</strong> ruso com<strong>un</strong>ista<br />
llamado Kalashnikov, <strong>un</strong> oficial muy con<strong>de</strong>corado <strong>de</strong>l Ejército Rojo. Le di a enten<strong>de</strong>r<br />
que los autores <strong>de</strong>l mensaje eran <strong>un</strong>os com<strong>un</strong>istas.<br />
—¿Tú lo crees así? —preg<strong>un</strong>tó ella.<br />
La preg<strong>un</strong>ta me <strong>de</strong>jó sin palabras. Francamente, ¿qué podía contestarle? Me acordé<br />
<strong>de</strong> Irán y <strong>de</strong> cuando Yamin me <strong>de</strong>scribió como <strong>un</strong> hombre atrapado entre dos m<strong>un</strong>dos.<br />
En cierto modo me habría gustado hallarme en la obra cuando atacó la guerrilla, o ser<br />
<strong>un</strong>o <strong>de</strong> los guerrilleros. Me invadió <strong>un</strong> sentimiento extraño. Envidiaba a Yamin, a Doc,<br />
a los rebel<strong>de</strong>s colombianos. Esas eran personas que tenían convicciones. Ellos habían<br />
elegido m<strong>un</strong>dos reales, no la tierra <strong>de</strong> nadie entre los <strong>de</strong> aquí y los <strong>de</strong> allá.<br />
—Tengo <strong>un</strong> trabajo con é1 que cumplir.<br />
Ella sonrió amablemente.<br />
—Lo aborrezco —proseguí.<br />
Pensé en los hombres cuyas imágenes había evocado tantas veces durante los<br />
pasados años. Tom Paine, los <strong>de</strong>más héroes <strong>de</strong> la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, los piratas, los<br />
pioneros <strong>de</strong>l Oeste. Ellos no se quedaban flotando entre dos aguas. Sabían el lugar que<br />
les correspondía. Tomaban<br />
156