"La Función Pública Nacional y la Integración Regional" - CEFIR

"La Función Pública Nacional y la Integración Regional"
colaboración con otras secciones del ministerio, a pesar del principio de no intervención. Estas
sensibilidades y diferencias entre las políticas nacionales y las europeas, así como entre las direcciones
generales intervinientes, implican que los mecanismos que posibiliten la coordinación deben ser lo
suficientemente fuertes para superar tendencias balcanizantes (direcciones segmentadas y políticas
nacionales y europeas separadas entre sí), para enfrentar la resistencia a la integración europea y hacer la
gestión de la transición a formas más integradas de trabajar. Si la interfaz entre una política nacional y una
extranjera no se ha diseñado con cuidado, los procedimientos de coordinación se enlentecen y el ministerio
corre el riesgo de perder influencia. Además, los funcionarios pueden equivocarse, sea en cuanto a la
política nacional porque no tienen en cuenta la legislación europea, o en Bruselas porque no están
familiarizados con las ‘reglas de juego’ que rigen a nivel europeo.
La pregunta que el presente estudio intenta responder es la siguiente: ¿Ha logrado el Ministerio de Asuntos
Económicos ajustar su estructura de gestión interna como para asegurar una coordinación eficaz de los
asuntos europeos? Esta interrogante debe ser abordada desde dos ópticas: considerando las capacidades
que han sido creadas dentro de las direcciones generales para hacer la gestión de la interdependencia
entre las políticas nacionales y las europeas, y desde el punto de vista de las capacidades que han sido
introducidas para hacer la gestión de la interdependencia entre las direcciones generales en cada una de
las fases del proceso europeo de formulación de políticas. Algunas preguntas relacionados con las
adaptaciones estructurales necesarias para hacer la gestión de los asuntos europeos a nivel de las
direcciones generales son, por ejemplo: ¿se ha incorporado a Europa en el trabajo cotidiano de los
funcionarios de manera tal que ya no se hace una distinción entre las políticas nacionales y las europeas, o
es que las políticas nacionales y europeas son tan diferentes que no se puede esperar que se combinen en
el núcleo operativo? ¿se han creado nuevas estructuras a nivel de las direcciones generales como para que
puedan trabajar independientemente dentro de sus entornos europeos, o es que no se han requerido
grandes cambios y las direcciones generales siguen funcionando como solían hacerlo?
No toda la interdependencia entre las políticas nacionales y las europeas puede ser captada dentro de las
direcciones generales. La adaptación de los mecanismos de coordinación entre las direcciones generales
debe por lo tanto ser analizada separadamente. Considerando que a raíz del mayor uso del voto por
mayoría calificada las decisiones ya no toman su forma final en la fase del Consejo, hay que analizar los
mecanismos de coordinación horizontal que se han establecido para coordinar la acción de las direcciones
generales con relación a las políticas europeas en las distintas fases de la cadena de formulación de dichas
políticas. Más aún, es importante saber cómo se coordinan y controlan las políticas europeas. Esto a su vez
conduce a interrogantes tales como: ¿qué mecanismos de coordinación horizontal ha introducido el
ministerio para determinar posiciones de negociación en cada una de las fases de la formulación de
políticas a nivel europeo? ¿son suficientes estos mecanismos para definir una posición en la fase más
temprana posible, o sea cuando la Comisión prepara un proyecto de propuesta, o será que la actitud del
ministerio puede describirse como de reacción? Cuando surgen problemas entre las direcciones generales
en cualquiera de las fases, ¿pueden resolverse rápidamente o persisten de manera tal que el ministerio
pierde influencia?
4.1 La falta de adecuación y el proceso de cambio
La eficacia del proceso de cambio puede evaluarse analizando la descentralización, para ver si con ella se
ha logrado corregir la falta de adecuación que existía a comienzos de la década del noventa entre las
capacidades de coordinación y las exigencias del entorno europeo. Un examen meticuloso de la forma
como el ministerio se ha ocupado de los asuntos europeos ha mostrado que las fricciones que provocó la
integración europea alrededor de 1990 incluían lo siguiente:
• una separación entre los procesos de formulación de las políticas nacionales con respecto a las
europeas, debido a que los asuntos europeos se concentraban en una parte de la organización (en la
Dirección General de Relaciones Económicas con el Exterior),
• una concentración de la acción a nivel de la toma de decisiones políticas en el Consejo (ignorándose las
iniciativas en cuanto a políticas que recaen en la Comisión),
• contactos y redes europeas insuficientes,
• conflictos internos por responsabilidades,
• procedimientos lentos de toma de decisiones debido a luchas originadas por las responsabilidades en
cuanto a los asuntos europeos y la falta de capacidades para la resolución de problemas,
• una actitud reactiva ante la formulación de políticas por parte de la Unión Europea,
• una falta de prioridades,
• una distribución inadecuada de información,
• una falta de conocimiento acerca de la Unión Europea,
• una organización carente de transparencia (confusión acerca de quién interviene en en cada caso),
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