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int encuentro 21-22 A - cubaencuentro.com

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Jorge Mañach: prensa, periodismo y <strong>com</strong>unicación El Libro de Cuba (546), aquel joven escritor y excelente caricaturista ya teníaacceso a la prensa en Bohemia y Diario de la Marina con redacciones que perfilarondos actitudes periodísticas muy diferentes. La filosofía marxista delmomento suscitó la retórica de «clases» y sobre todo el menosprecio por laganancia, la riqueza y todo lo que tuviera t<strong>int</strong>e de materialista sin reparo alprogreso que tras estas vías lograron el pueblo cubano y la nación. Típico enla vida cotidiana de la República fue el ensayo político en Ahora, mejor conocidopor El Periódico de la Revolución (1933-35), El Crisol (1934), Avance (1934),Alerta (1935), e Información (1937) Como otros jóvenes revolucionarios,Mañach tuvo una actitud <strong>int</strong>ransigente hacia la situación socio-política que lohizo centro y blanco de aquellos <strong>int</strong>electuales sobresalientes por su talentosobrío reformista. Su generación repudió los primeros ve<strong>int</strong>icinco años deRepública de raíz e hizo revolución contra los males de la nación. La cuestiónpalpitante para la mayoría aparentaba resolverse en hallar una identidadnacional que puramente definiera los valores de una singular cubanía. Losmanifiestos, anhelos y destinos maquinados por el oleaje político de la prensadel primer cuarto de siglo los perfiló Concha Meléndez en «Jorge Mañach yla inquietud cubana» en Signos de Iberoamérica (1936).Como indicaron sus historiadores, Alvarez, Valledor y Martí, en los pasillosde las grandes prensas cubanas Mañach fue sinónimo del mejor periodismoliterario de su época y por igual fue conocido <strong>com</strong>o el gran inquisidor de lapolítica nacional, atando la tradicional figura del <strong>int</strong>electual al equívoco destinodel gobernante. La política requería dirigentes especializados y avocados aesa tarea totalmente, aunque en períodos de fundación o en momentos de crisisnacional Mañach opinó que el <strong>int</strong>electual debería si no regirla, al menosorientarla. Se dedicó totalmente a esa empresa, y con excepción de la biografíade José Martí, de una pieza teatral, de un cuento largo y de algunos ensayosfilosóficos y literarios, los demás temas abordados en sus libros fueron antes odespués expuestos en fogosos ensayos para rotativos. Es verdad que este afánde forjador/periodista le impidió terminar otros volúmenes <strong>com</strong>pletos de susensayos, sobre todo los de Acción. Esas páginas del diario del partido abc, quefue dirigido por Mañach hasta poco después del machadato, ilustraron claramentesu temperamento para asuntos de nacionalidad. En esa y otras columnaspublicó su propia visión cultural de t<strong>int</strong>e utilitario, que irónicamente profetizóla grave <strong>int</strong>ención de la uneac, otra futura maquinaria cultural.Las ceremonias y discursos convencionales de la prensa cambiarían drásticamentea partir de 1950. En esa voraginosa década la cultura tomó un segundolugar mientras una nueva generación timoneaba la retórica nacionalistaponiendo en tela de juicio (de nuevo) la legitimidad cultural. Al volver de unsegundo exilio, Jorge Mañach <strong>int</strong>entó recuperar su lugar <strong>com</strong>o director de LaUniversidad del Aire, pero ya había sido reemplazado por el carismático jovencatedrático y periodista Luis Aguilar León. Cuando la Revista Time lanzó elfamoso «Castro: Robin Hood of the Americas», la velocidad de los nuevos mediosde <strong>com</strong>unicación instantáneamente le dio al mundo nuevos jóvenes revolucionarios,dejando a Mañach, <strong>com</strong>o después diría Heberto Padilla, Fuera del 245<strong>encuentro</strong>

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