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int encuentro 21-22 A - cubaencuentro.com

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uena letrabuena letra290<strong>encuentro</strong>en un juego infinito de reflejos; se ve tentadopor la sabiduría de los tres monos sabios:hacerse el que no ha visto ni oído nada yque, sobre todo, no dice nada. Sin embargo,le queda, además de su amor vasco, esta lenguafrancesa que ha adoptado. La escrituraes lo que mantiene unidos los pedazos deltraje de Arlequín.Pero es necesario que no nos engañemos;la originalidad, la autenticidad de lanovela de Manet reside en su aparente ausenciade construcción; en la manera que elrelato, igual que su héroe, se revela incapazde encontrar su centro, su columna vertebral.La sagesse du singe es una novela errante,que deambula por direcciones olvidadas,por bifurcaciones, por derivaciones y callejuelas.En el transcurso de la narración sepasa de la primera persona a la tercera, aparecentrozos de novela, de cartas, de diálogos,de historias dentro de las historias, depoemas, de fragmentos de canciones, de frasesen español y en inglés. En ningún momentoel relato se detiene o descansa, <strong>com</strong>osi estuviera sometido a una ley de inestabilidadtanto física <strong>com</strong>o estética y moral.Mauricio Ravel cuenta que posee tres cuadernos;uno, azul, contiene un poema en elaboraciónsobre la obsesión del dinero; el segundo,rojo, está consagrado a unarecopilación de cuentos; el tercero, de colorverde, él lo llama su «puchero»: en este cuadernose encuentran frases copiadas de libros,ideas aventuradas, conversaciones escuchadasque él traduce a varios idiomas. Lasagesse du singe propone, por su forma misma,una moral de la existencia que se acerca a lareceta del cocido: modesta, múltiple, equilibrada,apasionadamente moderada. «Yo soyun militante de la moderación obsesiva», afirmaMauricio a fin de cuentas; y prácticamenteno hay duda de que, en este caso, está expresandola convicción de Manet.Ser un obseso de la mesura no correspondea la atmósfera de la época que concede suvoto a los conservadores de la subversión, muchomás confortables, y uno recuerda a Montaigne,filósofo del hombre sin definición, delhombre libre. Montaigne, que escribía asimismoque «el verdadero espejo de nuestros discursoses el transcurso de nuestras vidas». ■Cuerpos del deseoEfraín Rodríguez SantanaLeón de la HozCuerpo divinamente humanoEditorial BetaniaMadrid, 1999, 80 pp.León de la hoz es un poeta conocido yreconocido en el ámbito literario cubano;perteneciente a la generación rupturistade los ochenta, sus aportes a ese afán desuperación podrían relacionarse con unaansiosa y hasta obsesiva búsqueda de aquelloque se desea y que finalmente no se podráconseguir. Suplicio del hombre moderno,condena a su arrogancia de estar y a suinsistencia en lo baldío, en lo echado a perder,en lo inmerecidamente postergado, <strong>com</strong>osi existiera un pacto nefasto de desajusteentre la acción y el tiempo justo de surealización. Suplicio del Tántalo moderno.Testarudo, Tácito, Tontuelo. Es el cruce decaminos de fantasmas: ambiciones, represiones,obstinaciones, melancolías, postergaciones.Dentro de estas amplias fronterasexistenciales se libra la <strong>int</strong>ensa batalla de laspalabras de León de la Hoz. Palabra que activauna peculiar atmósfera, <strong>com</strong>o el humode los campos quemados, <strong>com</strong>o la niebla,<strong>com</strong>o una lenta asfixia en un horizonte imprevisible.Con este nuevo libro del autor insiste ensus <strong>int</strong>ensos recorridos. Allí conde está elamor hay mucha tela por donde cortar. Haypasión y hay ironía y hay satisfacción. Y sevuelve a esa brumosa latencia de lo inconquistable,porque es más creíble la búsquedaque el hallazgo. Cuerpo divinamente humanonos remite a un poema de José LezamaLima: Llamado del deseoso. Lezama nos dice:«Nuestro deseo no es alcanzar o incorporarun fruto ácido» y León de la Hoz desafía eseconcepto y despliega un <strong>com</strong>plejo mapa dedeseos encontrados, a veces realizados, a vecesinsatisfechos, deseos que vuelven siempreal punto de origen del deseoso, o sea,

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