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int encuentro 21-22 A - cubaencuentro.com

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uena letrabuena letra258<strong>encuentro</strong>Apenas en un párrafo Triay <strong>com</strong>enta sobrela diversidad social de los miembros dela brigada cuando menciona:«…los estudiantes universitarios formaban el grupomás importante [de los 1.700 miembros de labrigada] con un total de 240 de sus hombres…Apesar de que trabajadores manuales, pescadores ycampesinos estaban entre sus miembros, la brigadacontenía un número desproporcionado de hombresde clase media e incluso un grupo considerable de laclase alta…Incluía cuatro sacerdotes católicos, unministro protestante, numerosos profesionales y elantiguo embajador de Cuba ante Japón…Sus edadesse hallaban <strong>com</strong>prendidas entre los 16 y los 61años, pero la mayoría estaba entre los 20 y 30. Ungran número tenía hijos… e inclusive había [<strong>com</strong>binaciónde] padres e hijos entre ellos…»De la misma forma lacónica el autor escribeque 135 de los brigadistas pertenecíanal antiguo ejército cubano pero que «muypocos de ellos eran verdaderos batistianos» ymenciona también que los hijos de los dosprincipales miembros del «Frente Revolucionario»(que fue la organización civil creadapara representar a la brigada y formar unfuturo gobierno en la isla) estaban entre sus<strong>int</strong>egrantes, así <strong>com</strong>o un nieto del generalnegro Antonio Maceo, héroe de la independenciacubana.Esto de alguna manera da pie para mencionarque 50 de los miembros de la brigadaeran negros «y muchos más mulatos», lo quees una verdadera revelación incluso paraaquéllos que, <strong>com</strong>o en el caso del autor deesta nota, estaba convencido de que la fuerzade asalto no contaba más que con cuatro<strong>int</strong>egrantes de la raza negra: Erneido Oliva,el segundo al mando de las fuerzas; AntonioMaceo, nieto del general del mismo nombre;Tomás Cruz, que tuvo una memorabledisputa verbal con Fidel Castro cuando lapresentación ante la televisión en la CiudadDeportiva de la capital cubana, y el actualsacerdote católico Sergio Carrillo, que nofue mencionado por la prensa de la isla entonces,pero al que conocía personalmentepor haber sido mi jefe de tropa en la agrupaciónde Boy Scouts de la Catedral de LaHabana en 1959 y 1960.El libro brinda también la oportunidad,siempre de una manera muy elemental, deconocer a otras figuras importantes vinculadasindirectamente a la suerte de la brigadatal <strong>com</strong>o Rogelio González Corzo, alias«Francisco», uno de los jefes principales delmovimiento clandestino que debía apoyar lainvasión con diversas operaciones armadas,yque tras ser capturado fue fusilado el <strong>21</strong> deabril en los fosos de fortaleza militar de LaCabaña, en La Habana. De no haber sido poresta mención, la figura decididamente atractivade González Corzo, un estudiante de 28años, hubiera estado destinada al olvido.Por fortuna el libro no entra tampoco apolemizar con respecto al número de muertospor cada parte, un hecho en ocasioneslamentable en la bibliografía sobre la batallatanto en uno <strong>com</strong>o en otro lado del Estrechode la Florida, y si algún testimonianteofrece sus versiones particulares al respecto,éstas no son ni <strong>com</strong>partidas ni negadas porel autor, que sí asume el rol de abrir un raropero merecido espacio a los relatos de losfamiliares (todos viudas o madres) de losque cayeron <strong>com</strong>o miembros de la fuerzainvasora en esa fracticida contienda, un gestode indudable valor humano que siempreforma parte de las bajas en todas las historiasde las guerras, <strong>com</strong>o si cada caído nofuera más que un rostro sin facciones queno dejara siquiera una larga secuela de privacionesy dolor entre sus más allegados. ■Poemas de la Rue de ZurichMaría Elena Cruz VarelaRodolfo HäslerPoemas de la Rue de ZurichMiguel Gómez EdicionesEspaña, 2000.Resulta extraño y conmovedor que,atrapados <strong>com</strong>o estamos en el caminoque nos conduce, al parecer inexorable-

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