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int encuentro 21-22 A - cubaencuentro.com

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uena letraLa primera escena, situada cerca delpuerto de Nueva Orleans, nos presenta aFredrika Bremer en la víspera de su ya emblemáticoviaje a la isla de Cuba. A la vezque captamos los contornos de su personalidad—<strong>com</strong>o escritora, mujer, y filántropa—la figura de Fredrika Bremer se convierteen eje de una red más amplia de conexiones,<strong>int</strong>rigas, y subterfugios que vinculan elrelato de viaje a un contexto político másamplio, determinado por la sociedad esclavistay la condición colonial. En este primercapítulo, Bremer presencia la detención deun sujeto que ella al principio cree ser unespañol, pero que pronto se identifica <strong>com</strong>oel criollísimo Alfredo Sauvalle, <strong>int</strong>endentedel Hospital de San Lázaro y conspiradordel bando de Narciso López. Así, unpersonaje mencionado incidentalmente haciael final de las Cartas desde Cuba, cuandoBremer está en vías de despedirse de la isla([1980]; 191), se convierte en figura-contrapuntoa la heroína, añadiendo asimismo untoque pasional (nunca realizado) conformeaumenta la tensión erótica entre los dosprotagonistas.La travesía en el buque Philadelphia lepermite a Bremer conocer la jerarquía depoderes que ejercen los destinos de la isla,soñada por ella <strong>com</strong>o un paraíso. Desde suescondido camarote, recibe propagandapro-anexionista; otra noche presencia unanimado debate entre el cónsul español y elarrebatado Sauvalle (cap. III), polémica quegira sobre el dominio peninsular en la isla.Al concluir la polémica entre Sauvalle y elcónsul, Bremer especula si «¿Cuba era unpaís?» (44), <strong>int</strong>errogante que incide sobre eldesarrollo de la trama, especialmente en elcapítulo IV, cuyo eje es, justamente, el animadodiálogo entre Sauvalle y la protagonistaacerca del futuro de Cuba. La duda acercadel estatuto político de la isla se extiendeaquí hacia Sauvalle <strong>com</strong>o criollo típico y sujetoemblemático de una futura <strong>com</strong>unidadhermanada: «Una abstracción —[...] Sauvalleno existe» (78). Más que negar la promesade nación, este <strong>int</strong>ercambio sostiene el tonoalegórico de la novela en tanto desplazael dilema de la nacionalidad hacia un pasadoproyectado, carpenterianamente, <strong>com</strong>o«recuerdo del porvenir,» es decir, <strong>com</strong>o clavede la encrucijada nacional en este instanteposmilenario.Vázquez Díaz nos muestra a Fredrika en elParaíso desplazándose en su función de redescubridoradel paisaje urbano y social: lospaseos matutinos por la Plaza de Armas y laslargas caminatas por los Jardines del Obispo(cap. VIII), la deliciosa velada en la qu<strong>int</strong>adel Cerro, donde aprende el delicioso y sutilarte de los abanicos, lenguaje del deseo veladode las damas decimonónicas (cap. IX),su emotivo <strong>encuentro</strong> con la cantante operáticaJenny Lind (cap. V-VI). Ciertamentela experiencia más impactante que tuvo Bremeren Cuba fue su presencia del rítmicofrenesí de las danzas africanas. Si bien en elrelato original el <strong>encuentro</strong> con la culturaafro-cubana se da progresivamente, en lanovela se concentra en una sola escena climáctica.Cuando el diablito de un cabildolucumí saluda a Bremer y ella le respondecon gesto caritativo, esta escena del relatode viaje marca el límite de la zona de contactopermisible a un europeo ([1980], 154-156). En cambio, la novela resalta no tantoel <strong>encuentro</strong> etnográfico sino las resonanciaspolíticas de la actuación de la viajera,quien logra inmiscuirse en los asuntos de laisla al solidarizarse con la resistencia anti-esclavista(286).Es así que Fredrika pierde su paraíso paraadentrarse de lleno en «los horrores delmundo moral» fraguados por la sociedad esclavista.Aunque sin apartarse del todo de sulugar de testigo histórico, Bremer primeroayuda a la fuga de un niño esclavo (cap. XI),y, hacia el final de la novela, acoje a Sauvalle,quien ha sido herido de gravedad a causa deun «acto de repudio» en el Hospital (292-293). En estas últimas páginas, la atraccióncreciente entre el criollo y la viajera alcanzasu máxima tensión, sin llegar por eso a unadeclaración amorosa. Fredrika Bremer sedespide de la isla el 8 de mayo de 1851 evocandola paradoja de Heredia, la extrañaconjunción entre «infierno y paraíso» (305)que aparece <strong>com</strong>o esencia de la insularidad.La partida definitiva de la viajera es paralela,a la vez, de la desaparición de Sauvalle dela isla de Cuba (304), acto motivado quizás 275<strong>encuentro</strong>buena letra

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