uena letraEmpieza, ineludiblemente, con «La ciudadcriolla», La Habana de Cirilo Villaverde,lo cual casi equivale a decir La Habanade Cecilia Valdés. Es decir, la ciudad perfectamentedefinida por una muralla que hacelas veces de contorno y también de límite ofrontera que forma parte de la misma esenciade la villa, donde todo estaba en su lugar,desde las clases sociales hasta la panaderíao el patíbulo. Habana que es tambiénEspaña (la España americana), pero que pocoa poco se hace Cuba, es decir, diferente aLima, México o Buenos Aires, pero tambiéndiferente a lo que ella misma fue. Ciudaddonde el espacio público y el privado vivenen permanente promiscuidad, lo cual es favorecidoo propiciado por la arquitecturaque la caracteriza y donde todas las viviendas,desde la más suntuosas hasta las más pobres,están en contacto directo con la calle,por medio de puertas y ventanas siemprecercanas a la realidad exterior. Es la ciudadde la sacarocracia ilustrada que se arruinacon la Guerra de 1968-1978 y cuyos patriciosrepresentan para la autora una forma de culturanacional cuya ausencia padeceríamos,sobre todo en los primeros años de la República.Y aquí encontramos dos <strong>int</strong>eresantísimostemas de reflexión. En primer lugar, ladiscontinuidad de nuestra historia, sucesiónde proyectos que se frustran, discursos <strong>int</strong>errumpidosque no se retoman y que son sustituídospor otros. Es decir, la carencia de unverdadero sentido de la tradición, no <strong>com</strong>omanifestación conservadora, sino <strong>com</strong>o propósito<strong>com</strong>partido por las generaciones. Elsegundo tema, directamente relacionadocon el ya mencionado, es el rol que pudo haberdesempeñado (o no) una oligarquía ilustraday contradictoria que fue capaz de <strong>int</strong>egrara Voltaire con la esclavitud. ¿Habríamosencontrado en ella y su pensamiento el hilode Ariadna o la roca de Sísifo que han padecidoy padecen la mayoría de los países delentorno iberoamericano?El discurso de Villaverde se articula, portanto, en una ciudad perfectamente definida,con descripciones exactas de recorridosque no podían haber sido otros: un lugarpara cada cosa. Es una Habana costumbrista,poblada, aparte de los personajes principales,por una <strong>com</strong>parsa de extras con rolesperfectamente definidos.La segunda invención de La Habana estápautada por dos autores, Loveira y Carrión,aunque el último es quien le da título: «Laciudad impura», que muy bien podría llamarse«la impura ciudad de los generales ydoctores». Es el inicio simultáneo de un siglo,una república y una forma nueva de serhabanera, que oscila entre el desconcierto ylas aspiraciones de diferentes formas de entenderel país, pero donde predomina lasmaneras de grandes fortunas surgidas de undía para otro gracias a la guerra europea, alprecio del azucar y a la corrupción generalizada.La ciudad pierde poco a poco su epicentroy se va disolviendo en la (más bienenorme) Calzada de Jesús del Monte (…dondela demasiada luz forma otras paredes con elpolvo…) y un barrio, el Vedado, que devendríaen otro importante centro a mitad delsiglo xx. La ciudad se transforma radicalmentey en varios sentidos. Al disolverse ladimensión centrípeta que le proporcionabasu acotamiento, se vuelve también más individual.Las casas añaden espacios separadoresde «la calle». Portales y patios frontalescrean una distancia con el exterior por lacual se gana en <strong>int</strong>imidad y se pierde en sociabilidad…pero, ¿se pierde de veras o setransforman los espacios y las formas de <strong>int</strong>ercambio?La nueva burguesía construyemansiones cada vez más ostentosas y ajardinadasque devienen en símbolos de status,actitud que influye en las demás clases sociales,sobre todo en la media. Hasta tal puntoes así, que se crea un vocablo despectivo,arrimazón, para describir casas contiguas que<strong>com</strong>parten paredes separadoras y todoaquel que puede permitírselo crea un espacio(aunque sea un mínimo pasillo) que losepara del vecino de al lado.Por otro lado, la desarticulación con unatradición provoca un eclectisismo arquitectónicodesaforado, que la diferencia significativamentede la relativa uniformidad colonial.Tanto en la narrativa de Loveira <strong>com</strong>o enla de Carrión se percibe no solo la frustracióny la decepción, sino la pérdida de objetivos,<strong>com</strong>o si la discontinuidad impidiera vislumbrarcualquier futuro. El divorcio es casi 283<strong>encuentro</strong>buena letra
uena letrabuena letra284<strong>encuentro</strong>absoluto entre una <strong>int</strong>electualidad que testimoniaimpotente, y los poderes político yeconómico, que ni siquiera la toman en serio.La tercera invención, cuyo novelista emblemáticoes Alejo Carpentier, se titula «Laciudad monumental» y hurga en La Habanadel período de entreguerras, es decir, entre1917 y 1945, aproximadamente, ya que nose trata de hechos históricos marcados porfechas precisas.Además, a partir de la tercera invención,la autora concede menos importancia a loestrictamente cronológico y explora en sensibilidadesque se superponen y que muchasveces coinciden en el tiempo, <strong>com</strong>o se verámás adelante.Un nuevo corte en nuestro pensamiento,representado, simultáneamente, por el GrupoMinorista y por la importancia que adquiereen la vida nacional el recien fundadoPartido Comunista, con figuras tan carismáticasy significativas <strong>com</strong>o Julio Antonio Mellao Rubén Martinez Villena. Se trata deuna relectura de la nación donde se dantres fenómenos fundamentales. El primero,y más significativo según creo, es la irrupciónde lo popular <strong>com</strong>o forma de cultura,una de cuyas manifestaciones más importanteses el <strong>com</strong>ienzo de la aceptación de nuestromestizaje, representado, sobre todo, porFernando Ortiz, Wifredo Lam, Nicolás Guillén,Caturla, Roldán y por algo que sueleolvidarse pero que tuvo una enorme significación:la irrupción de la música más popular,el son, en todos los ámbitos de la vidanacional 1 .La segunda novedad es el más desenfrenadocosmopolitismo <strong>int</strong>electual, que llevaal arte cubano a situarse, por primera vez ennuestra historia, en la contemporaneidadoccidental.El tercer ángulo de este triángulo (quenada tiene de equilátero) es la búsqueda deraíces, aunque sean míticas. Es decir, un re<strong>encuentro</strong>con el pasado, aunque ese pasado1A <strong>com</strong>ienzo de 2002 la editorial Colibrí publicará unensayo, Nationalizing Blackness de Robin Moore, dedicadoa este tema y que puede ser importante no solo porsu valor musicológico.puede ser recreado o rescrito. Un buenejemplo de esta invención fueron las reconstruccionesde el Templete, el Palaciodel Segundo Cabo y el de los Capitanes Generales,a los que se les eliminó el revoco,dejándolos en piedra desnuda, para regocijode Carpentier, quien prefirió ignorar queesos muros originalmente estaban cubiertos.Así, La Habana se crea un pasado depiedra que jamás existió.Aunque no puede hablarse de una influenciade la <strong>int</strong>electualidad en el devenirpolítico y económico de la nación, hay por lomenos algunas coincidencias y, lo que es másimportante, una nueva generación trae propuestasde futuro que, en mayor o menormedida, serían tenidas en cuenta, existirían,en la vida nacional, aunque sin la vinculaciónorgánica que tuvieron estos elementos durantelos años de auge de la oligarquía ilustrada.En cualquier caso, la constitución de1940 recoge, al menos <strong>com</strong>o hipótesis, algunasde las preocupaciones de esa generación.A partir de la tercera invención, y especialmenteen la cuarta, el libro cambia su tono.La preocupación histórica y política, elentorno, pasan a un segundo plano, <strong>com</strong>o sila dimensión de la poética analizada involucraraa la autora en una aventura espiritualmás honda. A partir de Carpentier, la lectoescriturade la ciudad adquiere profundidad,se hace más rica y <strong>com</strong>pleja. AunqueEmma Álvarez-Tabío no lo explicita, me pareceque asume una visión que <strong>com</strong>parto:por muy <strong>int</strong>eresante que puedan ser la literaturay el arte precedentes, es con la generaciónde Ballagas, Carpentier, Guillén, Caturlay Lam cuando estas manifestacionesalcanzan una verdadera madurez poética.La cuarta invención, «La ciudad secreta»,es, <strong>com</strong>o habrán adivinado, La Habana deOrígenes, representada, sobre todo, por ladeslumbrante figura de José Lezama Lima.Como había indicado, la monumental y lasecreta se superponen y muchas veces coincidenen el tiempo. Aquí, aunque subsiste laperspectiva cronológica, es mucho más importantela diferencia que se establece en lapercepción de la cultura. Si Carpentier convirtióla historia en mito, Lezama convierteel mito en tradición y asume lo imaginario
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