uena letramente, hacia el desastre, la poesía se nospresente <strong>com</strong>o un aliviadero, un desvío enla ruta, un rincón donde descubrimos, agotadospor la ferocidad de los más recientesacontecimientos. En pleno caos, con las TorresGemelas del World Trade Center deNew York en llamas y la certeza de una guerraa punto de llegar, los Poemas de la rue deZurich, de Rodolfo Häsler, me han servidode bálsamo. Ofrezco mis disculpas por utilizarla primera persona; es solo un remediourgente para no terminar sucumbiendo laesquizofrenia que nos impone el mundoque se debate entre la belleza y el horror.Rodolfo Häsler nació en Santiago de Cubaen 1958, vivió en La Habana hasta los onceaños y, desde entonces, reside en Barcelona;pertenece por tanto a esa nación, otra<strong>com</strong>puesta por los poetas cubanos que handesarrollado su creación literaria en los cuatropuntos cardinales sin perder un ápice desus llamadas «raíces culturales», hondamentesembradas en una Cuba que apenas conocieron.Niños arrancados de cuajo de su entornohistórico-geográfico natural y que, sinsaberlo apenas, transportan consigo el germenque nos hace negar rotundamente eltópico de que «los poetas no deben pensaren su patria».En un breve recorrido por algunos de lospoemarios de Rodolfo Häsler (Ellcife, Tratadode filantropía, de la belleza del puro pensamientoy Poemas de la rue de Zurich, todos publicadosentre 1982 y 2000) permanece lapresencia explícita e implícita de ese lugar<strong>com</strong>ún llamado patria, alterado solo por losdiferentes registros que va alcanzando la vozdel poeta en el transcurso de los años y laconsiguiente madurez lírica y vivencial.«Cuando la infancia se recrea largo tiempoen ti / se ilumina de azul, y el color azul noes de este mundo / pues sugiera eternidad,reposo sublime, inalcanzable sacralizaciónde los sentidos». Encontramos esta clara reminiscenciaen el poema Mar Caribe, de labelleza del puro pensamiento (p. 62).En Poemas de la rue de Zurich, desde Otropaís, primer poema, nos asalta la oleada denostalgia: «Era momento en que todo caíade las manos, / y por mucho agregar cifras,/ nunca sabíamos del número cero / ni micasa ni tierra alguna, ni pérdida ni olvido /tienen el valor de los trabajos envueltos entela roja, / la <strong>com</strong>ida depositada a los santos».Es una nostalgia cosmopolita, que lejosde diluirse en el conocimiento del mundo através de otros países, de otras ciudades, sehace extensiva a esas nuevas latitudes por loque el poeta pasea su sereno desasosiego.No hay estridencias ni afanes <strong>com</strong>parativosen la poesía Rodolfo Häsler, existe, eso sí, unafán de contención, un llevar las riendas bienapretadas para evitar que en ningún momentola pasión se desboque. A veces, anunciauna <strong>int</strong>ensidad que inmediatamente quedatrunca en el ritmo, en el giro de la cadenciao por la inclusión de un sencillo elementoaparentemente discordante: «El fuego se justificaen el ardor y en la entrega más altruista,/ lengua que me agota y en arroganciaque vuelve a mentar. / Disuelve la envolturapara unir el alma con el cuerpo / salamandrain<strong>com</strong>bustible en su trance espiritual.»(Ciclo del agua y del fuego, pp. 12-13).La misma unión de dos palabras: salamandra-sujeto,in<strong>com</strong>bustible-adjetivo posiblesolo en la poesía, la medida en que elpoeta transita por la emoción con el traje deamianto de quienes, conscientes de la fragilidad,se acercan a la llama con cautela, extremandoquizá las precauciones.Así <strong>com</strong>o la isla perdida en la niñez, consus orishas, su vegetación autóctona, el particularazul de sus mares y en fin, todos loselementos que la hacen distinguible una entretodas, está presente en los poemas de estelibro, también la sonrisa socarrona dequien utiliza la ironía <strong>com</strong>o recurso de la <strong>int</strong>eligencia,<strong>com</strong>o podemos <strong>com</strong>probar en lasegunda parte de los Poemas… «Yo lo robélas joyas a la marquesa», que no ubica en laposición multirracial y multicultural con laque el poeta se enfrenta, con un graciosoguiño sin pretensiones sociales o panfletarias,los problemas globales de hombre moderno,sea cual fuere su raza, su idioma y sureligión. Por su <strong>int</strong>erés, opto por reproducirel texto íntegro: «No diré mi nombre,pero / soy yo quien robó la joyas / a la marquesa./ Mi pelo es negro y helado, / rasgadosmis ojos y moreno el color de mi piel. /Mi lengua es terciopelo morado, ligera, / ybuena letra259<strong>encuentro</strong>
uena letrabuena letra260<strong>encuentro</strong>mi labios una urna griega para la incineración./ Me cubro de seducción en las nochesde inseguridad / y así me convierto enmago victorioso, irresistible / pero no soymal chico / aunque dicen que entrego lossentimientos / en juegos chinos de azar, /por lo que nunca llegaré a ser un buen domadorde fieras. / Castigado a deambularpor la cuerda floja, / entre pitas y chumberasy la higuera muerta / sólo me basta conmi pelo frito, con mi piel cetrina / con misojos copto, maronita, circasiano. / ¿Quémás puedo decir? / Todo es amor, según semire, lo que hoy entrego».En los poemas que <strong>com</strong>ponen el presentelibro, se palpa la ya citada necesidad decontrol del poeta convertida casi en juegoerótico precio al desborde final, definitivo,que parece no llegar nunca. Hay cierto regodeoneurótico en este sí-pero-no; quiero-y noquiero, con el que Häsler nos va involucrandoen sus poemas armados con promesasque dejan para más tarde el cumplimientode nuestras expectativas. Juego de seducciónpodríamos llamarle: «Los deseos se entierranen mi ansiosa carne / atenta a todos losprodigios. / Soy fakir y el cuerpo se rindeante el esfuerzo, / me obedece, / el fuegome habla purificada eternidad, / me adora.»(Poemas de la rue de Zurich, pag. 18) Comopodemos ver, a pesar del anunciado deseo,palabras clave <strong>com</strong>o atenta, asociada a la carne,obediencia, en referencia al cuerpo obedienteal yo poético, no al fuego purificador yla inversión de las funciones del fuego, queadora, poeta y no a la inversa, <strong>com</strong>o es tradicional,nos muestran el dominio emocionalque sobre sí mismo ejercen Rodolfo Häsler ysu alter ego poético. Ni una sola concesión alas manifestaciones del dolor, ira, la tristeza,el miedo, la pasión, la esperanza, su contrarioo la alegría… Nada debe escapar al controlde la <strong>com</strong>prensión del poeta. Todo loque existe, es y debe ser <strong>com</strong>prendido.Rodolfo Häsler, ¿un poeta «frío»? Nocreo que ésa pueda ser la definición másacertada. Por la mesura en sus emociones yel razonado ejercicio al domesticar los motivosdel poema, podemos decir que es, en todocaso, un poeta de la razón en cuanto arazonamiento se refiere. No se conformacon sentir el poema, tiene además que dejarclaras las circunstancias de tiempo y lugar, elcómo y el por qué, nada puede ser dejado alazar de las <strong>int</strong>erpretaciones: «No tuve másremedio que huir una temporada / al paísde magia y escondido, limpiar allí mi culpa./ No obstante, este episodio permaneceráinalterable / en el recuerdo puedo decirque ha sido / la experiencia más exquisitaque he vivido.» (Poemas de la rue… p. 19). Noimporta, <strong>com</strong>o se desprende de este ejemplo,cuál haya sido la experiencia del poeta,lo que importa son las claves en las que estaexperiencia queda atrapada: escondido, episodio,inalterable exquisito, adjetivos y sustantivosdeliberadamente colocados <strong>com</strong>o límitesque impedirán cualquier gesto e <strong>int</strong>enciónde desdoblamiento.Poesía de la sutileza, de la <strong>int</strong>eligencia,«De la belleza del puro pensamiento», <strong>com</strong>oanuncia el propio Häsler al titular unode sus libros, anterior a los Poemas de larue…, en el que el poeta, en plena efervescenciavital, se nos muestra en la <strong>com</strong>plejadualidad de actor-testigo de las escenas porlas que pasea su discurso en los tres segmentosque <strong>com</strong>ponen los Poemas: «Los hermanosextranjeros», «Yo le robé las joyas a lamarquesa» y «Suite de Tánger». En esta última,a la que pertenece el poema «Souk-el-Hamir» donde hallamos la certeza de lo quehasta ahora habíamos <strong>int</strong>uido: Rodolfo Häsler,el poeta, no quiere escatimar esfuerzosen la <strong>com</strong>prensión-explicación-ordenamientodel sujeto poético, de ahí ese derroche deequilibrio del que se ve a sí mismo yendo deun lado a otro sobre la cuerda floja: «Si hubiesecreado mundo abigarrado / y alguienme exigiese cuentas por ello, / lo llevaría aoler la fruta aplastada en el suelo. (…) Quéalivio que esos aburridos europeos / hayandejado de fotografiar la mezquita del viernes./ Metamorfosis de la vida, / así nombrolo que los muros atesoran, / pues unavez conoces el precio de las manzanas en elzoco / y qué dátiles transparentan la luz, /no hay modo ya de olvidar / ni razón paraexaltar mayor encantamiento».Un verdadero deleite, un bálsamo, la sinceridadcon que el poeta coloca las bridastanto al poema <strong>com</strong>o al lector. En estos días
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