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rev-chilena-com-2 - CREA - Universidad UNIACC

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Hiperrealidad en la Sociedad Efímeramujer, las partes pilosas, <strong>com</strong>o también las menciona Bataille, contribuyen a la belleza siesa animalidad se exalta negándola?. ¿En qué se funda la función de el rasurarse aquellaspartes pilosas o animales, o el vestir una prenda o el maquillar aquellas o bien generarla voluptuosidad que nos convierte el cuerpo en imagen? ¿Qué reflexividad, por lo tanto,despierta ante tal construcción de seducción?Si la belleza apasionadamente deseada, <strong>com</strong>o sostiene Bataille, cuyo logro es el rechazo,negación u ocultamiento de la animalidad, resulta de la posesión de la belleza, es una exageraciónde lo animal a través de su negación. La belleza, en sentido de Bataille, es deseada paraensuciarla. Esto es negar la animalidad, exagerándola a través de una prótesis, en palabras deBaudrillard. Todo esto no por la búsqueda de la belleza misma, sino por la felicidad, en palabrasde Bataille, de saborear la profanación de la belleza. Esto quiere decir, que en la construccióndel mundo <strong>com</strong>unicacional de la belleza, se p<strong>rev</strong>é una construcción anticipada del deseo erótico,cuyo valor es la belleza, belleza a la que se le profana, sofisticando su propia realidad.La belleza humana <strong>com</strong>o imagen representada por la unión de los cuerpos, constituye lacohesión de humanidad y animalidad. El atractivo de la belleza yace en la profanación deella misma. Por una parte, profanarla a través de la <strong>rev</strong>elación de las partes animales y ensegundo lugar, colocando en ellas el miembro viril 72 . Por ejemplo, el mostrar una cara bellatrata de recrear – vía inspiración – la imagen ilusa de su profanación vía penetración. O sea,la fuerza <strong>com</strong>unicativa de la belleza reconstruida es insinuar la imagen de su profanaciónmás allá de la verdad y mentira (Véase Bataille, 1957, p. 151). Aquí la pregunta por elgusto es crucial por cuanto el gusto no puede evitar, independiente de las situaciones ylas costumbres, que la belleza de una mujer, entendida <strong>com</strong>o humanidad, haga sensiblela animalidad del acto sexual (Bataille, 1957, p. 151), lo que <strong>com</strong>unicacionalmente losespectadores de la <strong>com</strong>unidad estética, al prescindir de racionalidad respecto de lapertenencia, orientan su preferencia estética mediante el gusto. Gusto, por cierto efímero,pero es el leitmotiv del consumo mediático. No se trata de que el acto sexual se requieranecesariamente para la constitución de la imagen capaz de seducción, sino que asumiendola línea de reflexión de Bataille, la belleza despierta igualmente la animalidad, negándola,y potencia el gusto de la <strong>com</strong>unidad estética, que se dispone a ser seducida. Esa seducciónque se libera representa la condensación de las ganas, que no sólo dan cuenta del consumo,sino que de la expansión del deseo y de su desborde. Tal <strong>com</strong>o se muestra en el problema,es posible cuestionar el gusto, potenciador de la seducción y condensador de las ganas,<strong>com</strong>o elemento provocativo de una reflexividad estética – propuesta al estilo de Lash yUrry – en la que la seducción diseña la hiperrealidad.72 Idem, pp. 150-151.100

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