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rev-chilena-com-2 - CREA - Universidad UNIACC

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Hiperrealidad en la Sociedad Efímerano es la reflexión, sino la presentización”. 12 El mismo Benjamin, al criticar la sociedad demasas 13 , cuya degradación convierte al arte en un objeto de consumo; conciente que puedeservir <strong>com</strong>o medio de difusión y concientización social, reconoce su uso propiamente figurale individual con el fin de constituir sólo y puramente imagen y no un drama existencial,siguiendo en su narración sobre la “imagen de Proust”.De la Reflexividad a la HiperrealidadLa reflexividad se desplaza a la sociedad, a la cotidianidad, porque los sistemas abstractosque son las fuentes de reflexividad se expanden y cada individuo se transforma en unsistema abstracto y en consecuencia en una fuente de reflexividad. Este paso se radicalizacon la influencia de los medios de <strong>com</strong>unicación. Éstos ejercen la constitución de nuevosinstintos y voluntades a través de la información efímera. La reflexividad se desplaza a losimbólico, según lo entendía Goethe, <strong>com</strong>o un giro a la subjetividad, contraponiéndolo a laalegoría de la antigüedad clásica, según lo expresan Lash y Urry, 14 o sea, la alegoría <strong>com</strong>oimitación del orden objetivo.Para entender el paso a la hiperrealidad de la sociedad efímera, es preciso entender el cursode la distinción de símbolo y alegoría. Quienes entienden el símbolo dentro de un ordennatural que <strong>com</strong>prende lo sensible y lo espiritual, lo entienden vinculado con la moralidad,pero en oposición a esto la alegoría bajo la orientación de Nietzsche y Baudelaire, no sefunda en una moral, ya que los instintos y la voluntad llevan a cabo una ruptura con lopropiamente espiritual y la naturaleza se torna amoral. De ahí que la estética pierda suligazón con la moral. De ello resulta que el símbolo al tener su basamento en la unidadde forma y contenido, no da cuenta de la ruptura ya indicada, sino que es la alegoría laque sostiene en el orden estético, en términos de que la forma y el contenido ya no sonconciliables. El símbolo no es mero significante sino que siempre participa de la realidadque él vuelve inteligible, 15 sin embargo, la alegoría vuelve la realidad equívoca. La alegoríavuelve la forma contra el contenido, donde a la realidad sólo se accede por alegorías, peroaún esto se radicaliza al desposeer la realidad de sentidos y cargarla con signos. O sea, consignificantes que se relacionan arbitrariamente a través del deseo visual con la realidad,relación sujeta al arbitrio de la interpretación que se hace de la alegoría. Son el instinto y lavoluntad, quienes vacían la realidad de sentido, colmándola con una diversidad de signos,cuya confusión orienta el <strong>com</strong>portamiento.12 Benjamin, Walter, Imaginación y Sociedad. Iluminaciones I, Taurus, Madrid, 1998, p. 30.13 Al igual que su critica al fascismo.14 Lash, Scott & John Urry (1994), Economías de Signos y espacio, Amorrortu, Buenos Aires, 1998, p. 79.15 Idem, p. 80.88

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