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FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

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Su padre le mira y frunce el ceño. Matt Gordon nunca sabe cómo reaccionar a laspreguntas <strong>de</strong> su hijo. Rose aparece en la puerta <strong>de</strong> su habitación, arreglándose el velo <strong>de</strong>su sombrero. Parece un pájaro, y sus brazos —levantados, con los codos separados— seasemejan a alas.—Vamos a ver al doctor que te ayudará a ser listo. Tras su velo, parece como si lemirara a través <strong>de</strong> la tela metálica. Siempre se siente asustado cuando se visten así parasalir, ya que sabe que va a encontrar a otras personas y a su madre no le gusta y seenfadará. Siente <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> echar a correr, pero no hay ningún lugar don<strong>de</strong> pueda ir aescon<strong>de</strong>rse.—¿Por qué le has dicho esto? —dice Matt.—Porque es la verdad. El doctor Guarino pue<strong>de</strong> ayudarle.Matt va y viene como un hombre que ha abandonado toda esperanza, pero que intentaaún razonar por última vez.—¿Cómo lo sabes? ¿Qué sabes <strong>de</strong> él? Si pudiera hacerse algo, los doctores nos lohubieran dicho hace ya mucho tiempo.—¡No digas eso! —grita ella—. No me digas que no pue<strong>de</strong> hacerse nada —coge aCharlie y aprieta su cabeza contra su pecho—. Será normal, haremos todo lo que seanecesario, cueste lo que cueste.—Eso no se compra con dinero.—Se trata <strong>de</strong> Charlie. Tu hijo... tu hijo único —lo acuna <strong>de</strong> un lado para otro, próximaya a la crisis nerviosa—. No quiero oírte hablar así. Los médicos no saben nada y por esodicen que no se pue<strong>de</strong> hacer nada. El doctor Guarino me lo ha explicado todo. No quieroprestar oídos a su invento, dice, porque saben que va a probar que estaban en un error.Les ha ocurrido lo mismo a otros genios. Pasteur, Jennings y los <strong>de</strong>más. Me lo haexplicado todo sobre esos médicos distinguidos que le tienen miedo al progreso.Replicarle así a Matt la tranquiliza y le <strong>de</strong>vuelve confianza. Cuando <strong>de</strong>ja a Charlie, éstese va a un rincón y se aprieta contra la pared, temblando.—Míralo —dice ella—, lo has asustado.—¿Yo?—Siempre te pones a discutir <strong>de</strong> esto ante él.—¡Oh, Cristo! Anda, ven a que termine <strong>de</strong> arreglarte.Por el camino, evitan hablarse. Silencio en el autobús y silencio mientras andan, tras laparada <strong>de</strong>l autobús hasta el gran inmueble en el centro <strong>de</strong> la ciudad don<strong>de</strong> se encuentrala consulta <strong>de</strong>l doctor Guarino. Al cabo <strong>de</strong> un cuarto <strong>de</strong> hora éste entra en la sala <strong>de</strong>espera para recibirles. Es gordo y casi calvo, parece que esté a punto <strong>de</strong> estallar bajo subata blanca. Charlie se siente fascinado por sus enormes cejas y su bigote blanco queremueve <strong>de</strong> tanto en tanto. Algunas veces es el bigote que se agita primero, y luego seelevan las dos cejas, pero a veces son las cejas las que se levantan primero, mientras elbigote se retuerce a continuación.La gran habitación blanca en la que les hace entrar Guarino huele aún a pintura fresca.Está casi vacía, dos mesas a un lado y, al otro, una enorme máquina con hileras <strong>de</strong>indicadores y cuatro largos brazos como los <strong>de</strong> sillones <strong>de</strong> <strong>de</strong>ntista. Junto a ella una mesa<strong>de</strong> examen forrada <strong>de</strong> cuero negro, con gruesas correas <strong>de</strong> fijación.—Bien, bien, bien —dice Guarino, haciendo ascen<strong>de</strong>r sus cejas—, aquí tenemos aCharlie —lo toma <strong>de</strong>l hombro—.Vamos a ser buenos amigos.—¿Pue<strong>de</strong> hacer realmente algo por él, doctor Guarino? —pregunta Matt—. ¿Ha tratadoya usted a pacientes como él? No tenemos mucho dinero.Las cejas <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n como persianas cuando Guarino frunce el ceño.—¿Señor Gordon, ¿le he hablado en algún momento <strong>de</strong> lo que puedo hacer? ¿No creeque <strong>de</strong>bo examinarlo primero? Quizá podamos hacer algo, quizá no. Primero hay queefectuar algunos tests físicos y mentales para <strong>de</strong>terminar las causas <strong>de</strong> la encefalopatía.

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