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FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

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»Se lo conté a todo el mundo en la oficina, y a las otras chicas <strong>de</strong>l club <strong>de</strong> bridge. Lesmostré tu foto en el periódico y les dije que pronto ibas a venir a vernos. Y lo has hecho.Lo has hecho <strong>de</strong> verdad. No nos has olvidado.Me abrazó <strong>de</strong> nuevo.—Oh, Charlie, Charlie... es tan maravilloso <strong>de</strong>scubrir <strong>de</strong> pronto que una tiene unhermano mayor. No pue<strong>de</strong>s tener i<strong>de</strong>a. Siéntate, voy a prepararte algo <strong>de</strong> comer. Tienesque contármelo todo y <strong>de</strong>cirme cuales son tus proyectos. Yo... no sé qué preguntashacerte. Debo parecerte ridícula... como una chiquilla que acaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir que suhermano es un héroe o una estrella <strong>de</strong> cine o algo así.Estaba confuso. No había esperado una acogida así por parte <strong>de</strong> Norma. Nunca se mehabía ocurrido pensar que todos aquellos años que había pasado sola con mi madrepodían haberla cambiado. Y sin embargo era inevitable. Ya no parecía la chiquilla<strong>de</strong>masiado mimada <strong>de</strong> mis recuerdos. Había crecido, se había vuelto amable, sensible,afectuosa.Charlamos. Me producía una extraña sensación el estar sentado junto a mi hermana,hablando con ella <strong>de</strong> mi madre, que estaba en la habitación, como si no estuviera allí.Cada vez que Norma quería hablar <strong>de</strong> su vida común me giraba para ver si Roseescuchaba, pero estaba absorbida por su propio universo, como si no comprendieranuestro lenguaje, como si nada <strong>de</strong> todo aquello le concerniera. Vagaba por la cocinacomo un fantasma, recogía los objetos, los guardaba, sin molestarnos para nada. Erahorrible.Miré a Norma mientras daba <strong>de</strong> comer al perro.—Al final lo has conseguido. Nappie es un diminutivo <strong>de</strong> Napoleón, ¿no?Se en<strong>de</strong>rezó y frunció el ceño.—¿Cómo lo sabes?Le expliqué mis recuerdos: aquella vez que trajo su examen a casa esperandoconseguir el perro, y cómo Matt se había opuesto. Mientras se lo contaba se formaronarrugas en su frente.—No recuerdo nada <strong>de</strong> esto. Oh, Charlie, ¿fui tan mala contigo?—Hay un recuerdo que excita mi curiosidad. No estoy seguro <strong>de</strong> que sea un recuerdo,o un sueño, o si simplemente lo he imaginado. Fue la última vez que jugamos juntos comoamigos. Estábamos en el sótano y jugábamos a ser chinos, cada uno con una pantalla enla cabeza, y saltábamos sobre un viejo colchón. Tú tenias siete u ocho años, creo, y yoalre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> trece. Y, al menos en mi recuerdo, tu te caíste fuera <strong>de</strong>l colchón y tegolpeaste la cabeza contra la pared. No muy fuerte, sólo un golpe, pero papá y mamállegaron corriendo porque gritabas y les dijiste que yo había querido matarte.«Mamá reprochó a Matt que no me vigilara, que nos <strong>de</strong>jara solos, y me pegó con unacorrea hasta que casi perdí el sentido. ¿Recuerdas esto? ¿Ocurrió así?Norma me escuchaba, fascinada por la <strong>de</strong>scripción que yo hacía <strong>de</strong> mis recuerdos,como si aquello <strong>de</strong>spertara en ella imágenes olvidadas.—Todo es tan vago. ¿Sabes?, creía que todo fue un sueño. Recuerdo las pantallas y elcolchón —miró a lo lejos por la ventana—. Te <strong>de</strong>testaba porque siempre se ocupaban <strong>de</strong>ti. Nunca te pegaban por no hacer bien tus <strong>de</strong>beres o por no haber traído buenas notas acasa. A menudo ni siquiera ibas a la escuela y te quedabas jugando en la calle; yo, encambio, tenía que apren<strong>de</strong>r cosas difíciles. Oh, cómo te odiaba. En la escuela miscompañeros dibujaban en la pizarra a un chico con un gorro <strong>de</strong> asno y escribían <strong>de</strong>bajo:El hermano <strong>de</strong> Norma. Y también escribían cosas en la calle y en el patio: La hermana <strong>de</strong>lidiota, y La familia <strong>de</strong> Gordon el imbécil. Cuando, un día, no fui invitada a la fiesta <strong>de</strong>cumpleaños <strong>de</strong> Emily Raskin, supe que era por tu causa. Y, cuando jugamos en el sótanocon las pantallas en la cabeza, tenía que vengarme. —Se echó a llorar—. Así que mentí ydije que me habías hecho daño. Oh, Charlie, que tonta era... que estúpida y malcriada.Siento tanta vergüenza...

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