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FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

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ondular y a retorcerse, y para mí ya todo va mucho mejor en el mundo. Cuando todo estábien alineado y dispuesto como aquí me pongo enferma. ¡Uf! Si viviera aquí, necesitaríaestar curda todo el tiempo.De pronto se giró hacia mí.—Dígame, ¿pue<strong>de</strong> prestarme cinco dólares hasta el 20? Es el día en que llega mipensión alimenticia. No suelo quedarme nunca sin dinero, pero tuve un problema lasemana pasada.Antes <strong>de</strong> que yo pudiera respon<strong>de</strong>r, lanzó un grito y se lanzó hacia el piano instaladoen un ángulo <strong>de</strong> la habitación.—Yo sabía tocar el piano. Le he oído tocar algunas veces, y me he dicho: ese tipo escon<strong>de</strong>nadamente bueno. Ahora sé que es por eso por lo que quería conocerlo, inclusoantes <strong>de</strong> haberlo visto. Hace tanto tiempo que no he tocado.Ya estaba dándole a las teclas, mientras yo iba a la cocina a hacer el café.—Pue<strong>de</strong> venir a tocar cuando quiera —dije. No sé por qué me sentía <strong>de</strong> pronto tanamigable, pero toda ella llamaba a la generosidad—. Aún no <strong>de</strong>jo mi puerta abierta, perola ventana nunca está cerrada y, si yo no estoy, todo lo que tiene que hacer es pasar porla escalera <strong>de</strong> escape. ¿Azúcar y crema en su café?Como no respondía, miré en el salón. Ya no estaba, y mientras iba hacia la ventana oísu voz en la habitación <strong>de</strong> Algernon.—¡Hey!, ¿qué es esto? —estaba examinando el laberinto en tres dimensiones quehabía construido. Lo estudió, y <strong>de</strong>spués soltó otro gritito—. ¡Escultura mo<strong>de</strong>rna! ¡Todocajas y líneas rectas!—Es un laberinto especial —expliqué—. Un dispositivo complejo <strong>de</strong> enseñanza paraAlgernon.Pero ella miraba a su alre<strong>de</strong>dor, muy excitada.—¡En el Museo <strong>de</strong> Arte Mo<strong>de</strong>rno se volverían locos por esto!—No es escultura —insistí. Abrí la puerta <strong>de</strong> la jaula-habitación que estaba conectadaal laberinto.—¡Gran Dios! —resopló ella—. Escultura con un elemento vivo. ¡Charlie, es el hallazgomás formidable <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los móviles hechos con chatarra y latas <strong>de</strong> conserva!Intenté explicárselo, pero ella mantenía que el elemento vivo haría historia en laescultura. No fue hasta que vi el <strong>de</strong>stello <strong>de</strong> malicia en sus alegres ojos que me di cuenta<strong>de</strong> que me estaba tomando el pelo.—Incluso podría convertirse en arte reproductor —continuó— una experiencia creativapara el auténtico amante <strong>de</strong>l arte. Se mete otro ratón y, cuando tienen ratoncintos, seguarda uno para perpetuar el elemento vivo. Su obra alcanzará la inmortalidad, y todo elmundo comprará reproducciones como objeto <strong>de</strong> arte. ¿Cómo piensa llamarla?—De acuerdo —suspiré—. Renuncio...—¡No! —gritó, golpeando el domo <strong>de</strong> plástico bajo el cual Algernon había encontradoya su camino hasta la llegada—. Renuncio es <strong>de</strong>masiado cliché. ¿Qué le parece este otronombre: La vida es un laberinto?—¿Está usted loca? —dije.—¡Naturalmente! —giró sobre si misma e hizo una reverencia—. Me preguntabacuándo se daría cuenta.En aquel momento, el café empezó a hervir.Había bebido la mitad <strong>de</strong> su taza cuando dio un brinco y <strong>de</strong>claró que tenía que irseporque llevaba ya media hora <strong>de</strong> retraso para una cita que tenía con alguien que habíaencontrado en una exposición <strong>de</strong> cuadros.—Necesitaba algo <strong>de</strong> dinero —dijo.Hundió su mano en mi cartera entreabierta y extrajo un billete <strong>de</strong> cinco dólares.—Solo hasta la semana próxima, cuando reciba mi cheque. Gracias mil veces —arrugóel billete, envió un beso a Algernon y, antes <strong>de</strong> que yo pudiera <strong>de</strong>cir una palabra, había

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