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FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

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<strong>de</strong>l caballete, no sin tropezar con algunos libros, y fingí interesarme en un pequeñopaisaje otoñal colgado <strong>de</strong> la pared.Me sentí aliviado al ver que se había echado por encima una gastada bata, y aunqueesta tenía algunos agujeros don<strong>de</strong> no hubiera <strong>de</strong>bido tenerlos pu<strong>de</strong> mirarla cara a carapor primera vez. No era exactamente bonita, pero sus ojos azules y su naricita respingonale daban un aspecto felino que contrastaba con sus movimientos enérgicos, atléticos.Tendría unos treinta y cinco años, <strong>de</strong>lgada y bien proporcionada. Dejó las latas <strong>de</strong>cerveza en el suelo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y se sentó al lado, apoyada contra el sofá, invitándome ahacer lo mismo.—Encuentro el suelo más confortable que esos sillones —dijo, bebiendo directamente<strong>de</strong> la lata—. ¿Y usted?Le dije que nunca había pensado en ello, y se rió y dijo que era sensato. Tenía <strong>de</strong>seos<strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> sí misma. Prefería evitar Greenwich Village, dijo, porque allí, en lugar <strong>de</strong>pintar, pasaría todo su tiempo en los bares y en los cafés.—Aquí se está mejor, lejos <strong>de</strong> los emborronatelas y los aficionados. Aquí puedo hacerlo que quiera y nadie viene a burlarse <strong>de</strong> lo que hago. Usted no se burlará, ¿verdad?Me encogí <strong>de</strong> hombros intentando no ver el polvo que ensuciaba mis pantalones y mismanos.—Creo que todos nos burlamos <strong>de</strong> algo. Usted bien se burla <strong>de</strong> los emborronatelas ylos aficionados ¿no?Al cabo <strong>de</strong> un momento dije que seria mejor que pasara a mi casa. Apartó una pila <strong>de</strong>libros <strong>de</strong> <strong>de</strong>lante la ventana y yo retiré un montón <strong>de</strong> periódicos y <strong>de</strong> bolsas <strong>de</strong> papelllenas <strong>de</strong> botellas <strong>de</strong> cerveza vacías.—Uno <strong>de</strong> esos días —suspiró— tendré que llevarlas para que me <strong>de</strong>vuelvan el dinero.Subí al alféizar <strong>de</strong> la ventana y pasé a la escalera <strong>de</strong> incendios. Cuando hube abiertomi ventana volví a buscar mis cosas, pero antes <strong>de</strong> que pudiera <strong>de</strong>cirle gracias y adiósella pasó a la escalera y me siguió.—Vamos a ver su apartamento. Nunca he estado en él. Antes que usted había dosviejecitas, las hermanas Wagner, que ni siquiera me hubieran dado los buenos días.Se <strong>de</strong>slizó por la ventana <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mí y se sentó en el alféizar.—Entre —dije, <strong>de</strong>positando mis provisiones sobre la mesa—. No tengo cerveza, peropuedo ofrecerle una taza <strong>de</strong> café.Pero ella miraba más allá <strong>de</strong> mí, con los ojos incrédulamente abiertos.—¡Dios mío! Nunca había visto un lugar tan bien or<strong>de</strong>nado como éste. ¿Quién podríaimaginar que un hombre que vive solo pueda tener su casa tan or<strong>de</strong>nada?—No siempre he sido así —me disculpé—. Todo estaba or<strong>de</strong>nado cuando me instaléaquí, y esto me ha empujado a mantenerlo así. Ahora ha llegado un momento en que el<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n me molesta.Abandonó la ventana para explorar el apartamento.—¡Hey! —dijo <strong>de</strong> pronto—, ¿le gusta bailar? Ya sabe —apartó los brazos y ejecutó uncomplicado paso mientras tarareaba una melodía sudamericana—. Dígame que baila, ysaltaré <strong>de</strong> alegría.—Solo el fox-trot —dije—, y no muy bien.Se encogió <strong>de</strong> hombros.—Me gusta con locura bailar, pero nadie que conozca —y que me guste— baila bien.Debo emperifollarme <strong>de</strong> tanto en tanto e ir a bailar al Stardust Ballroom. La mayoría <strong>de</strong> lostipos que hay allí son horribles, pero saben bailar.Suspiró, mirando a su alre<strong>de</strong>dor.—Le confieso que no me gustan los lugares tan or<strong>de</strong>nados como este. Como artista...le diré, me molestan las líneas. Todas esas líneas rectas en las pare<strong>de</strong>s, en el suelo, enlos rincones, formando como cajas... como sepulcros. El único medio que tengo <strong>de</strong>liberarme <strong>de</strong> esas cajas es beber algunos tragos. Entonces todas las líneas empiezan a

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