FLORES PARA ALGERNON - Facultad de PsicologÃa
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—Pero esto no respon<strong>de</strong> al argumento <strong>de</strong> Rahajamati, según el cual...—Aquí no es ni el lugar ni el momento <strong>de</strong> discutir esto. Estoy seguro <strong>de</strong> que todosestos <strong>de</strong>talles serán tratados en la forma más a<strong>de</strong>cuada en la sesión <strong>de</strong> mañana.—Me dio la espalda para <strong>de</strong>cirle algo a un antiguo compañero <strong>de</strong> universidad,cortándome bruscamente y <strong>de</strong>jándome allá, estupefacto.Conseguí llevar a Strauss a un rincón, y le pregunté sobre aquello.—¿Y ahora qué? Usted siempre ha dicho que me <strong>de</strong>jaba impresionar <strong>de</strong>masiado porél. ¿Qué le he hecho para que se ofenda <strong>de</strong> este modo?—Le has creado un sentimiento <strong>de</strong> inferioridad, y no pue<strong>de</strong> admitirlo.—Por Dios, estoy hablando en serio. Dígame, la verdad.—Charlie, tienes que <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> pensar que todo el mundo se burla <strong>de</strong> ti. Nemur no podíadiscutir <strong>de</strong> estos estudios porque no los ha leído. No pue<strong>de</strong> leer ninguna <strong>de</strong> estaslenguas.—¿Ni el hindú ni el japonés? Oh, no pue<strong>de</strong> ser.—Charlie, no todo el mundo posee tu don <strong>de</strong> lenguas.—Pero entonces, ¿cómo pue<strong>de</strong> refutar el ataque <strong>de</strong> Rahajamati contra su método, y laobjeción <strong>de</strong> Tanida sobre la vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> técnica? Tiene que conocer estos...—No —dijo Strauss, pensativo—. Estos estudios <strong>de</strong>ben ser recientes. Aún no hahabido tiempo <strong>de</strong> traducirlos.—¿Quiere <strong>de</strong>cir que usted tampoco los ha leído?Se encogió <strong>de</strong> hombros.—Soy aún peor lingüista que él. Pero estoy seguro <strong>de</strong> que, antes <strong>de</strong> que seanestablecidos los informes <strong>de</strong>finitivos, serán repasadas a fondo todas las revistas médicasa fin <strong>de</strong> extraer las informaciones más recientes.No sabía qué <strong>de</strong>cir. Oírle admitir que ambos ignoraban por completo sectores enteros<strong>de</strong> su propia especialidad era algo terrible.—¿Qué lenguas conoce? —le pregunté.—Francés, alemán, español, italiano, y el suficiente sueco como para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rme.—¿Ni el ruso, ni el chino, ni el portugués?Me recordó que su trabajo <strong>de</strong> psiquiatra y <strong>de</strong> cirujano neurólogo le <strong>de</strong>jaba poco tiempopara las lenguas. Y que las únicas lenguas antiguas que podía leer eran el latín y elgriego. Ninguna lengua oriental.Vi que hubiera querido terminar ahí la discusión, pero yo no podía renunciar. Debíasaber exactamente la extensión <strong>de</strong> sus conocimientos.La <strong>de</strong>scubrí.Física: nada más allá <strong>de</strong> la teoría cuántica <strong>de</strong> los campos. Geología: nada sobre lageomorfología o la estratigrafía o siquiera sobre la petrología. Nada sobre la micro o lamacroteoría económica. Poco sobre las matemáticas más allá <strong>de</strong>l nivel elemental <strong>de</strong>lcálculo <strong>de</strong> variaciones, y nada absolutamente sobre el álgebra <strong>de</strong> Boole o lasmultiplicida<strong>de</strong>s vectoriales <strong>de</strong> Riemann. Era la primera muestra <strong>de</strong> las revelaciones queme reservaba aquel fin <strong>de</strong> semana.No pu<strong>de</strong> permanecer más tiempo en la reunión. Salí discretamente para andar un pocoy reflexionar sobre todo aquello. Ambos eran unos impostores. Habían pretendido sergenios. No eran más que hombres vulgares trabajando a ciegas, pretendiendo po<strong>de</strong>rhacer la luz en las tinieblas. ¿Por qué miente todo el mundo? Nadie que conozca es loque parece ser.Daba la vuelta a la esquina <strong>de</strong> la calle cuando vi a Burt que llegaba tras <strong>de</strong> mi.—¿Qué ocurre? —pregunté cuando me alcanzó—. ¿Me seguía?Se encogió <strong>de</strong> hombros y sonrió nerviosamente.—Eres la gran ve<strong>de</strong>tte, la estrella <strong>de</strong>l espectáculo. No queremos <strong>de</strong>jar que esoscowboys motorizados <strong>de</strong> Chicago te aplasten, ni que te asalten en State Street.—No me gusta que me aten con una cuerda.