11.07.2015 Views

FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

incluso si no tenemos plaza para ellos. El verda<strong>de</strong>ro problema es que no hay plaza paranadie en ninguna parte. ¿Sabe cuántos tenemos en nuestra lista <strong>de</strong> espera? Milcuatrocientos. Y quizá tengamos plaza para veinticinco o treinta <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong> aquí a final <strong>de</strong>año.—¿Dón<strong>de</strong> están esos mil cuatrocientos ahora?—Con sus familias. En alguna parte afuera, esperando una plaza aquí o en alguna otrainstitución. Comprenda, nuestro problema <strong>de</strong> espacio no es el mismo que el <strong>de</strong> loshospitales repletos. Nuestros pacientes vienen generalmente para quedarse el resto <strong>de</strong> suvida.Mientras llegábamos al edificio nuevo <strong>de</strong> la escuela, una construcción <strong>de</strong> una solaplanta <strong>de</strong> cristal y cemento con gran<strong>de</strong>s ventanas, intenté imaginarme lo que seríaencontrarme como paciente entre aquellos largos corredores. Me vi en medio <strong>de</strong> unahilera <strong>de</strong> hombres y muchachos esperando entrar en un aula. Quizá fuera uno <strong>de</strong> aquellosque empujaban a otro chico en una silla <strong>de</strong> ruedas, o que guiaban a uno por la mano, oque tenían a otro más joven entre sus brazos.En una <strong>de</strong> las clases <strong>de</strong> carpintería, don<strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> los mayores fabricaban bancosbajo la dirección <strong>de</strong> un profesor, se reunieron todos alre<strong>de</strong>dor nuestro, mirándome concuriosidad. El profesor <strong>de</strong>jó su sierra y vino hacia nosotros.—Le presento al señor Gordon, <strong>de</strong> la Universidad Beekman —dijo Winslow—. Quiereechar una ojeada a algunos <strong>de</strong> nuestros pacientes. Piensa comprar el lugar.El profesor se rió y mostró a sus alumnos.—B-bueno, si p-piensa com-mprar ten-tendrá que comprarlo con nos-otros <strong>de</strong>n-<strong>de</strong>ntro.Y ten-drá que comp-prar más ma-ma<strong>de</strong>ra para tra-bajar.Me enseñó el taller. Observé lo tranquilos que estaban todos los chicos. Se afanabanen su trabajo, lijando o barnizando los bancos terminados, pero ninguno hablaba.—Son m-mis chicos si-silenciosos, ¿sa-sabe? —dijo, como comprendiendo mi mudapregunta—. Sor-sordomudos.—Tenemos más <strong>de</strong> un centenar aquí —explicó Winslow— como parte <strong>de</strong> un estudioespecial financiado por el Gobierno Fe<strong>de</strong>ral.¡Era increíble! Qué <strong>de</strong>sprotegidos estaban, <strong>de</strong>sarmados en relación con los <strong>de</strong>másseres humanos. Retrasados mentales, sordomudos... y sin embargo lijaban ardientementelos bancos.Uno <strong>de</strong> los chicos que estaba aserrando un tablón <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra en su banco <strong>de</strong> trabajo<strong>de</strong>tuvo lo que hacía, tocó el brazo <strong>de</strong> Winslow, y señaló un rincón don<strong>de</strong> se secaban enestantes numerosos objetos ya terminados. Mostró un pie <strong>de</strong> lámpara en el segundoestante, <strong>de</strong>spués se señaló a sí mismo. Era un trabajo mal acabado, basto, con las pastasmal dadas y el barniz <strong>de</strong>masiado espeso y <strong>de</strong>sigual. Winslow y el profesor se lo alabaronentusiásticamente, y el chico sonrió orgulloso y me miró, esperando también mis elogios.—Oh, sí —dije, pronunciando exageradamente las palabras—, es muy bueno... muybonito. —Lo dije porque él necesitaba oírlo, pero sonaba vacío en mí. El chico me sonrióy, cuando ya nos íbamos, se acercó y me tocó el brazo para <strong>de</strong>cirme adiós. Sentí que laslágrimas acudían a mis ojos y tuve que esforzarme para dominar mi emoción hasta queestuvimos, <strong>de</strong> nuevo en el corredor.La directora <strong>de</strong> la escuela era una pequeña dama rolliza, maternal, que me hizo sentarante un gran gráfico con indicaciones caligrafiadas, mostrando los distintos tipos <strong>de</strong>pacientes, el número <strong>de</strong> maestros que prestaban sus servicios en cada categoría y lostemas que se estudiaban.—Por supuesto —explicó—, ya no recibimos pacientes cuyo C.I. sea relativamenteelevado. Los C.I. <strong>de</strong> sesenta a setenta van cada vez más a las clases especiales <strong>de</strong> las

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!