11.07.2015 Views

FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

FLORES PARA ALGERNON - Facultad de Psicología

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Chissst, Nappie... —la oí <strong>de</strong>cir—. Aquí, vete a la habitación. —Un momento <strong>de</strong>spuéssonó el click <strong>de</strong> la cerradura, la puerta se abrió, y estuvo <strong>de</strong>lante mío, mirándomefijamente.—Mamá —murmuré—. No voy a hacerte nada sólo quiero hablar contigo. Quiero quecomprendas que ya no soy el mismo. He cambiado. Ahora soy normal. ¿No lo entien<strong>de</strong>s?Ya no soy un retrasado. Ya no soy un idiota. Soy como todo el mundo. Soy normal, comotú, como Matt, como Norma.Proseguí hablando, pronunciando palabras que impidieran que ella cerrara la puerta.Intenté explicarle todo <strong>de</strong> golpe.—Me han transformado, me han hecho una operación y me han vuelto distinto, comosiempre quisiste que fuera. ¿No lo has leído en los periódicos? Un nuevo experimentocientífico que transforma las faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la inteligencia, y yo soy el primero en quien lohan ensayado. ¿No pue<strong>de</strong>s enten<strong>de</strong>rlo? ¿Por qué me miras así? Ahora soy inteligente,más inteligente que Norma o tío Herman o Matt. Poseo conocimientos que ni siquiera loscatedráticos universitarios tienen. ¡Háblame! Ahora pue<strong>de</strong>s estar orgullosa <strong>de</strong> mí y<strong>de</strong>círselo a los vecinos. Ya no tienes que ocultarme en el sótano cuando vengan visitas.Sólo dime algo. Cuéntame como eran las cosas cuando yo era niño, es todo lo que tepido. No te haré daño. No te odio. Pero tengo que saberlo todo sobre mí, paracompren<strong>de</strong>rme a mí mismo antes <strong>de</strong> que sea <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. Entién<strong>de</strong>lo, no puedo seruna persona completa si no puedo compren<strong>de</strong>rme, y tú eres la única en el mundo quepue<strong>de</strong> ayudarme ahora. Déjame entrar y sentarme solo un momento.Era mi manera <strong>de</strong> hablar y no lo que <strong>de</strong>cía lo que la hipnotizada. Permanecía allá en elumbral, mirándome fijamente. Sin darme cuenta, saqué <strong>de</strong> mi bolsillo mi mano cubierta <strong>de</strong>sangre y la agité en mi súplica. Cuando la vio, su expresión se ablandó.—Te has hecho daño... —No era que lo sintiera por mí. Hubiera hecho lo mismo por unperro que se hubiera herido una pata o un gato arañado en una pelea. No era porque yofuera Charlie, sino a pesar <strong>de</strong> serlo—. Entra y lávate. Tengo vendas y tintura <strong>de</strong> yodo.La seguía hasta el <strong>de</strong>sportillado frega<strong>de</strong>ro con el escurridor ondulado don<strong>de</strong> tantasveces me había lavado la cara y las manos cuando volvía <strong>de</strong>l patio <strong>de</strong> atrás o cuando ibaa la mesa o a la cama. Me miró mientras me subía las mangas.—No tenias que haber roto el cristal. El propietario se pondrá furioso, y no tengo conqué pagarle.Después, impacientándose al verme en apuros con una sola mano, me cogió el jabón yme lavó la herida. Al hacerlo, se concentró <strong>de</strong> tal modo que permanecí silencioso,temiendo romper el encanto. Ocasionalmente, hacía chasquear su lengua o suspiraba:«Charlie, Charlie, nunca prestas atención. ¿Cuándo apren<strong>de</strong>rás a ser cuidadoso?» Habíavuelto veinticinco años atrás, cuando yo era su pequeño Charlie y ella estaba dispuesta abatirse con quien fuera para que tuviera mi lugar en el mundo.Cuando la sangre estuvo lavada y hubo secado mis manos con toallitas <strong>de</strong> papel,levantó los ojos a mi rostro y sus ojos se abrieron asustados.—Oh, Dios mío —murmuró, echándose atrás.Empecé a hablar <strong>de</strong> nuevo, suavemente, con tono persuasivo, para convencerla <strong>de</strong>que todo iba bien y <strong>de</strong> que no pensaba hacerle ningún daño. Pero, mientras le hablaba,podía darme cuenta <strong>de</strong> que su mente iba a la <strong>de</strong>riva. Miró vagamente a su alre<strong>de</strong>dor, llevósu mano a la boca y gimió, levantando <strong>de</strong> nuevo su mirada hacia mí.—La casa está tan <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada —dijo—. No esperaba visitas. Mira esas baldosas, yesas ma<strong>de</strong>ras.—Todo está bien, mamá. No te preocupes por eso.—Tengo que encerar <strong>de</strong> nuevo el suelo. Tendría que brillar. —Vio unas huellas <strong>de</strong><strong>de</strong>dos y, tomando un trapo, las hizo <strong>de</strong>saparecer. Cuando levantó los ojos y vio que laobservaba frunció el ceño—. ¿Ha venido usted por lo <strong>de</strong> la factura <strong>de</strong> la luz?Antes <strong>de</strong> que yo pudiera <strong>de</strong>cir que no, agitó su <strong>de</strong>do como para reñirme.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!