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ponencia completa - Instituto de Altos Estudios Sociales

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coadyuvaba a un clima <strong>de</strong> pánico, proclive al golpe <strong>de</strong> Estado. Demandó que <strong>de</strong>bían investigarsesus autores y su funcionamiento. No obstante, <strong>de</strong>bió trazar argumentos, por lo menos, incómodos:en lugar <strong>de</strong> dirigir la mirada a las responsabilida<strong>de</strong>s estatales, <strong>de</strong>sentendió al elenco gubernamental<strong>de</strong> los atentados y asesinatos, ligándolos a los “agentes directos <strong>de</strong>l imperialismo”. Estableció que eloficialismo <strong>de</strong> esa violencia era “falso”. Salvo escasas excepciones, omitió a la parapolicial AlianzaAnticomunista Argentina (Triple A), cuyas intervenciones se conocían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fines <strong>de</strong> 1973. 225Tampoco nombró a su cabeza, el secretario privado <strong>de</strong> la presi<strong>de</strong>ncia y ministro <strong>de</strong> Bienestar Social<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la “primavera camporista”, José López Rega, ni a ninguno <strong>de</strong> los jefes <strong>de</strong> dicho organismo.Con estas ausencias, mantuvo su apoyo a la gestión <strong>de</strong> “Isabel”.De esta manera, la revista circunscribió a dos polos una dinámica <strong>de</strong> prácticas, en verdad,bastante más compleja. La redujo a focos aislados y a “bandas” enemigas <strong>de</strong> la “unidad nacional”.Aunque varias notas rotularon como más problemática la represión <strong>de</strong> “ultra<strong>de</strong>recha”, ambosextremos fueron emparejados en su capacidad <strong>de</strong> erosión <strong>de</strong> la “revolución peronista”,expulsándolos <strong>de</strong> los límites <strong>de</strong> la comunidad nacional. Por supuesto, esto conllevó lasimplificación <strong>de</strong> <strong>de</strong>nsos procesos históricos. En primer lugar, <strong>de</strong> las relaciones <strong>de</strong> la “luchaarmada” con distintas re<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la sociedad. Si bien se admitió la extensión <strong>de</strong> estos vínculos durantela llamada Revolución Argentina (1966-1973), se asumió su separación automática con el arribo <strong>de</strong>Perón al país. Dicha consi<strong>de</strong>ración mecánica olvidó que, por ejemplo, ni la propia Lealtad se había<strong>de</strong>shecho <strong>completa</strong>mente <strong>de</strong> las armas, alimentando un pequeño sector militar. En segundo lugar, sesoslayaron los vínculos <strong>de</strong> la violencia paraestatal con el gobierno. Una gran parte <strong>de</strong> los miembros<strong>de</strong> la Triple A habían sido <strong>de</strong>signados en diferentes rangos <strong>de</strong> la función pública <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el interinato<strong>de</strong> Raúl Lastiri (13 <strong>de</strong> julio al 12 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1973), cuando no <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mandato <strong>de</strong> Cámpora.Ello había ocurrido en el contexto <strong>de</strong> un endurecimiento <strong>de</strong> la legislación represiva y <strong>de</strong> una fuertecon<strong>de</strong>na pública sobre las guerrillas. Finalmente, cabe notar que la focalización <strong>de</strong> la violencia seligaba en Movimiento a una fundamentación causal: se trataba <strong>de</strong> impedir la violencia guerrillerapara evadir la “reacción” <strong>de</strong> la violencia represiva. Peligrosamente, aquélla fue graficada, pues,como uno <strong>de</strong> los posibles estímulos <strong>de</strong> ésta.Todas estas operaciones se realizaron no con el objeto <strong>de</strong> justificar sino <strong>de</strong> evitar el golpe <strong>de</strong>Estado que meses <strong>de</strong>spués sobrevendría. De todas formas, no <strong>de</strong>bería subestimarse suencuadramiento en otros discursos <strong>de</strong> la coyuntura. Muchos compartieron parte <strong>de</strong> los trazosexplorados hasta aquí: durante 1974, funcionarios <strong>de</strong>l gobierno, representantes <strong>de</strong> los partidospolíticos, diarios nacionales, el Episcopado, la CGE y las Fuerzas Armadas articularon relatos queoscilaron entre reprobar solamente a la “subversión” y asignar conjuntamente a la “ultraizquierda” y225 Sobre la Triple A, consultar Ignacio González Jansen, La Triple A, Buenos Aires, Contrapunto, 1983; MartinAn<strong>de</strong>rsen, Dossier secreto. El mito <strong>de</strong> la guerra sucia, Buenos Aires, Sudamericana, 1993; Marcelo Larraquy, LópezRega. El peronismo y la Triple A, Buenos Aires, Punto <strong>de</strong> Lectura, 2007.

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