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Caliban y la bruja

Calibán y la bruja presenta las principales líneas de un proyecto de investigación sobre las mujeres en la «transición» del feudalismo al capitalismo que comencé a mediados de los setenta, en colaboración con la feminista italiana Leopoldina Fortunati. Sus primeros resultados aparecieron en un libro que publicamos en Italia en 1984, Il Grande Calibano. Storia del corpo social ribelle nella prima fase del capitale [El gran calibán. Historia del cuerpo social rebelde en la primera fase del capital] (Milán, Franco Agneli). Mi interés en esta investigación estuvo motivado en origen por los debates que acompañaron el desarrollo del Movimiento Feminista en Estados Unidos, en relación a las raíces de la «opresión» de las mujeres y las estrategias políticas que el propio movimiento debía adoptar en la lucha por su liberación. En ese momento, las principales perspectivas teóricas y políticas desde las que se analizaba la realidad de la discriminación sexual venían propuestas por dos ramas del movimiento de mujeres, principalmente: las feministas radicales y las feministas socialistas.

Calibán y la bruja presenta las principales líneas de un proyecto de investigación sobre las mujeres en la «transición» del feudalismo al capitalismo que comencé a mediados de los setenta, en colaboración con la feminista italiana Leopoldina Fortunati. Sus primeros resultados aparecieron en un libro que publicamos en Italia en 1984, Il Grande Calibano. Storia del corpo social ribelle nella prima fase del capitale [El gran calibán. Historia del cuerpo social rebelde en la primera fase del capital] (Milán, Franco Agneli).
Mi interés en esta investigación estuvo motivado en origen por los debates que acompañaron el desarrollo del Movimiento Feminista en Estados Unidos, en relación a las raíces de la «opresión» de las mujeres y las estrategias políticas que el propio movimiento debía adoptar en la lucha por su liberación. En ese momento, las principales perspectivas teóricas y políticas desde las que se analizaba la realidad de la discriminación sexual venían propuestas por dos ramas del movimiento de mujeres, principalmente: las feministas radicales y las feministas socialistas.

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170 Calibán y <strong>la</strong> <strong>bruja</strong><br />

por su «falta de moralidad». Observaron que los Naskapi carecían de<br />

concepciones como <strong>la</strong> propiedad privada, <strong>la</strong> autoridad, <strong>la</strong> superioridad<br />

masculina e incluso que rehusaban castigar a sus hijos (Leacock, 1981:<br />

34-8). Los jesuitas decidieron cambiar todo eso, proponiéndose enseñar<br />

a los indios los elementos básicos de <strong>la</strong> civilización, convencidos<br />

de que era necesario convertirles en socios comerciales de confianza.<br />

Con esta intención, primero les enseñaron que «el hombre es el amo»,<br />

que «en Francia <strong>la</strong>s mujeres no mandan a sus maridos» y que buscar<br />

romances de noche, divorciarse cuando cualquiera de los miembros<br />

de <strong>la</strong> pareja lo deseara y <strong>la</strong> libertad sexual para ambos, antes o después<br />

del matrimonio, tenía que prohibirse. Esta es una conversación que Le<br />

Jeune tuvo, sobre estas cuestiones, con un hombre Naskapi:<br />

Le dije que no era honorable para una mujer amar a cualquiera que no fuera su<br />

marido, y porque este mal estaba entre ellos, el mismo no estaba seguro de que<br />

su hijo, que estaba presente, fuera su hijo. El contestó: «Usted no tiene juicio.<br />

Ustedes los franceses aman sólo a sus hijos; pero nosotros amamos a todos los<br />

hijos de nuestra tribu». Comencé a reírme viendo que él filosofaba como los<br />

caballos y <strong>la</strong>s mu<strong>la</strong>s. (ibidem, 50)<br />

Apoyados por el gobernador de Nueva Francia, los jesuitas lograron<br />

convencer a los naskapi de que ellos propusieran algunos jefes y l<strong>la</strong>maran<br />

al orden a «sus» mujeres. Como era costumbre, una de <strong>la</strong>s armas<br />

que usaron fue insinuar que <strong>la</strong>s mujeres demasiado independientes, que<br />

no obedecían a sus maridos, eran criaturas del Demonio. Cuando, disgustadas<br />

por los intentos de someter<strong>la</strong>s por parte de los hombres, <strong>la</strong>s<br />

mujeres naskapi huyeron, los jesuitas persuadieron a los hombres de no<br />

correr tras el<strong>la</strong>s y los amenazaron con <strong>la</strong> prisión:<br />

Actos de justicia como estos —comentó orgulloso Le Jeune en una ocasión—<br />

no causan sorpresa en Francia, porque es común allá que <strong>la</strong> gente actúe de esa<br />

manera. Pero entre esta gente […] donde cualquiera se considera de nacimiento<br />

tan libre como los animales salvajes que merodean en sus vastos bosques<br />

[…] es una maravil<strong>la</strong>, o tal vez un mi<strong>la</strong>gro, ver obedecer una orden perentoria<br />

o que se realice un acto de severidad o de justicia. (ibidem, 54)

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