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Caliban y la bruja

Calibán y la bruja presenta las principales líneas de un proyecto de investigación sobre las mujeres en la «transición» del feudalismo al capitalismo que comencé a mediados de los setenta, en colaboración con la feminista italiana Leopoldina Fortunati. Sus primeros resultados aparecieron en un libro que publicamos en Italia en 1984, Il Grande Calibano. Storia del corpo social ribelle nella prima fase del capitale [El gran calibán. Historia del cuerpo social rebelde en la primera fase del capital] (Milán, Franco Agneli). Mi interés en esta investigación estuvo motivado en origen por los debates que acompañaron el desarrollo del Movimiento Feminista en Estados Unidos, en relación a las raíces de la «opresión» de las mujeres y las estrategias políticas que el propio movimiento debía adoptar en la lucha por su liberación. En ese momento, las principales perspectivas teóricas y políticas desde las que se analizaba la realidad de la discriminación sexual venían propuestas por dos ramas del movimiento de mujeres, principalmente: las feministas radicales y las feministas socialistas.

Calibán y la bruja presenta las principales líneas de un proyecto de investigación sobre las mujeres en la «transición» del feudalismo al capitalismo que comencé a mediados de los setenta, en colaboración con la feminista italiana Leopoldina Fortunati. Sus primeros resultados aparecieron en un libro que publicamos en Italia en 1984, Il Grande Calibano. Storia del corpo social ribelle nella prima fase del capitale [El gran calibán. Historia del cuerpo social rebelde en la primera fase del capital] (Milán, Franco Agneli).
Mi interés en esta investigación estuvo motivado en origen por los debates que acompañaron el desarrollo del Movimiento Feminista en Estados Unidos, en relación a las raíces de la «opresión» de las mujeres y las estrategias políticas que el propio movimiento debía adoptar en la lucha por su liberación. En ese momento, las principales perspectivas teóricas y políticas desde las que se analizaba la realidad de la discriminación sexual venían propuestas por dos ramas del movimiento de mujeres, principalmente: las feministas radicales y las feministas socialistas.

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28 Calibán y <strong>la</strong> <strong>bruja</strong><br />

de <strong>la</strong>s vio<strong>la</strong>ciones y el maltrato y <strong>la</strong> imposición de <strong>la</strong> belleza como una<br />

condición de aceptación social, constituyen una enorme contribución al<br />

discurso sobre el cuerpo en nuestros tiempos, y seña<strong>la</strong>n <strong>la</strong> errónea percepción,<br />

tan frecuente entre los académicos, que atribuye su descubrimiento<br />

a Michel Foucault.<br />

Partiendo de un análisis de <strong>la</strong> «política del cuerpo», <strong>la</strong>s feministas no<br />

sólo han revolucionado el discurso filosófico y político contemporáneo<br />

sino que también han comenzado a revalorizar el cuerpo. Éste ha sido un<br />

paso necesario tanto para confrontar <strong>la</strong> negatividad que acarrea <strong>la</strong> identificación<br />

de feminidad con corporalidad, como para crear una visión<br />

más holística de qué significa ser un ser humano. 3 Esta valorización ha<br />

3 No sorprende que <strong>la</strong> valoración del cuerpo haya estado presente en casi toda <strong>la</strong> literatura de <strong>la</strong><br />

«segunda o<strong>la</strong>» del feminismo del siglo XX, tal y como ha sido caracterizada <strong>la</strong> literatura producida<br />

por <strong>la</strong> revuelta anticolonial y por los descendientes de los esc<strong>la</strong>vos africanos. En este terreno,<br />

cruzando grandes fronteras geográficas y culturales, A Room of One´s Own [Una habitación propia]<br />

(1929), de Virginia Woolf, anticipó Cahier d´un retour au pays natal [Cuadernos del retorno a un<br />

país natal] (1938) de Aimé Cesaire, cuando regaña a su audiencia femenina y, por detrás, al<br />

mundo femenino, por no haber logrado producir otra cosa que niños.<br />

Jóvenes, diría que […] ustedes nunca han hecho un descubrimiento de cierta importancia.<br />

Nunca han hecho temb<strong>la</strong>r a un imperio o conducido un ejército a <strong>la</strong> batal<strong>la</strong>. Las obras de<br />

Shakesperare no son suyas […] ¿Qué excusa tienen? Está bien para ustedes decir, seña<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong>s<br />

calles y <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>zas y <strong>la</strong>s selvas del mundo p<strong>la</strong>gadas de habitantes negros y b<strong>la</strong>ncos y de color café<br />

[…] hemos estado haciendo otro trabajo. Sin él, esos mares no serían navegados y esas tierras<br />

fértiles serían un desierto. Hemos alzado y criado y enseñado, tal vez hasta <strong>la</strong> edad de seis o siete, a<br />

los mil seiscientos veintitrés millones de seres humanos que, de acuerdo a <strong>la</strong>s estadísticas, existen,<br />

algo que, aun cuando algunas hayan tenido ayuda, requiere tiempo (Woolf, 1929: 112).<br />

Esta capacidad de subvertir <strong>la</strong> imagen degradada de <strong>la</strong> feminidad, que ha sido construida a través<br />

de <strong>la</strong> identificación de <strong>la</strong>s mujeres con <strong>la</strong> naturaleza, <strong>la</strong> materia, lo corporal, es <strong>la</strong> potencia del «discurso<br />

feminista sobre el cuerpo» que trata de desenterrar lo que el control masculino de nuestra realidad<br />

corporal ha sofocado. Sin embargo, es una ilusión concebir <strong>la</strong> liberación femenina como un «retorno<br />

al cuerpo». Si el cuerpo femenino —como discuto en este trabajo— es un significante para el campo<br />

de actividades reproductivas que ha sido apropiado por los hombres y el Estado y convertido en un<br />

instrumento de producción de fuerza de trabajo (con todo lo que esto supone en términos de reg<strong>la</strong>s<br />

y regu<strong>la</strong>ciones sexuales, cánones estéticos y castigos), entonces el cuerpo es el lugar de una alienación<br />

fundamental que puede superarse sólo con el fin de <strong>la</strong> disciplina-trabajo que lo define.<br />

Esta tesis se verifica también para los hombres. La descripción de un trabajador que se<br />

siente a gusto sólo en sus funciones corporales hecha por Marx ya intuía este hecho. Marx, sin<br />

embargo, nunca expuso <strong>la</strong> magnitud del ataque al que el cuerpo masculino estaba sometido con el<br />

advenimiento del capitalismo. Irónicamente, al igual que Michel Foucault, Marx enfatizó también<br />

<strong>la</strong> productividad del trabajo al que los trabajadores están subordinados —una productividad que<br />

para él es <strong>la</strong> condición para el futuro dominio de <strong>la</strong> sociedad por los trabajadores. Marx no observó<br />

que el desarrollo de <strong>la</strong>s potencias industriales de los trabajadores fue a costa del subdesarrollo de<br />

sus poderes como individuos sociales, aunque reconociese que los trabajadores en <strong>la</strong> sociedad<br />

capitalista están tan alienados de su trabajo, de sus re<strong>la</strong>ciones con otros y de los productos de su<br />

trabajo como para estar dominados por éstos como si se tratara de una fuerza ajena.

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