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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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de culpa y mediante el castigo de los seres humanos por otros seres

humanos. Al mismo tiempo, los epicúreos reconocen que es posible irse de

rositas tras perjudicar a los demás y que alguna gente no sufre

remordimientos de conciencia porque carece de ella. Hay ataques,

asesinatos y violaciones que nunca son castigados porque nunca se

identifica al culpable. Hay secuestros, atracos a bancos y robos de arte que

constituyen auténticos éxitos desde el punto de vista de los criminales.

Otras personas pueden herir nuestros sentimientos, arruinar nuestras

perspectivas de trabajo y robarnos a nuestras parejas y no sufrir nunca

sentimientos de culpa ni ostracismo social. Los belicistas han causado

muerte, mutilaciones y desplazamientos a millones de personas y han

vivido vidas largas y felices. Y los ricos explotan económicamente a los

pobres y los mantienen en estado de postración controlando la política y las

leyes, y tampoco experimentan el más mínimo remordimiento.

Las personas que se saben o se creen especialmente listas y poderosas

no temen la denuncia pública y el castigo. Los psicópatas, que sienten

placer manipulando y atormentando a sus víctimas, no sufren

remordimientos ni culpa. Su creencia en que es improbable que los atrapen

y castiguen puede ser errónea, pero las ideas epicúreas no los van a disuadir,

e incluso puede que los animen si saben que no tienen nada que temer de la

mirada de Dios o de los dioses.

El epicúreo ha de aceptar las implicaciones de que no hay garantía de

justicia a largo plazo. Ningún proceso cósmico lo asegura, y la esperanza en

una vida después de la muerte (o el miedo a ella) no proporciona razones

sólidas para vivir una vida buena y justa y apartarse del delito. Nuestro

compromiso con la moral ha de basarse en una preferencia por la

compasión, el respeto y la equidad, y apoyarse en un deseo de aprobación,

interiorizado como autoaprobación, y el miedo a los demás y al dolor de

una mala conciencia.

Si hay que asegurar que se haga justicia para el individuo, ha de ser en

vida, preferiblemente cuando aún importa, y la justicia para grupos de

personas ha de hacerse en vida del grupo. Los grandes movimientos

sociales de los siglos XIX y XX, incluidas las reformas en prisiones y centros

de acogida, la abolición de la esclavitud en Estados Unidos y la aprobación

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