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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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cualquiera con un mínimo de decencia y racionalidad. Y cualquier persona

que no quede convencida quedará, sin embargo, sujeta a las instituciones de

una sociedad que sí se preocupa por la moral y que detecta y castiga las

faltas morales.

Al final resulta inevitable que se descubran tus delitos, sostenía Epicuro.

Aunque la revelación pública de tus delitos no sea inmediata, tu conciencia

no dejará de roerte por dentro, y vivirás con el doloroso miedo a que se

sepa. Lucrecio sostiene que los horrores del infierno «ni existen, ni existir

pueden de cierto. Porque aquí los insignes malhechores con miedo igual a

sus delitos pagan su merecido». [4] Continúa enumerando una serie de

castigos romanos, entre ellos, ser arrojado a un calabozo, arrojado por un

precipicio o quemado con una tea o brea.

Cuán eficaces eran tales procedimientos, en realidad, a la hora de

impedir el delito es una cuestión empírica, y hasta dónde se puede llegar

para detener el crimen es una cuestión moral. Nuestras modernas prisiones

son lugares terribles, habitados por el sadismo y el abuso, que no son ni

eficaces ni moralmente justificables. No es necesario estar a favor de las

formas actuales de castigo para ver la necesidad de buscar respuestas a la

criminalidad que disminuyan su probabilidad de suceder.

¿EN QUÉ SE DIFERENCIA LA MORAL EPICÚREA?

Se puede comparar la moral epicúrea con la ética teológica, con el realismo

moral y con el estoicismo.

La ética teológica funciona de arriba abajo. Postula un legislador divino

que ha establecido sabiamente normas permanentes para la conducta

humana, como las que se hallan en los diversos libros del Antiguo

Testamento judeocristiano y el Corán islámico, y que obliga a que se

cumplan con castigos y recompensas en este mundo y/o el próximo. En esta

visión, las normas morales se aprenden a partir de los textos sagrados y de

interpretaciones de esos mismos textos realizadas por una élite sacerdotal.

Aunque las normas, desde que se enunciaron por primera vez en las

sociedades de pastores nómadas del segundo milenio antes de la era

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