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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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la mejora de sus condiciones, uno obtiene el mejor tipo de vida posible. En

esta concepción, cualquiera, hombre o mujer, sin importar su entorno

familiar ni su suerte, puede tener una vida con sentido. Puesto que mientras

que los logros, la fama y la fortuna no están completamente bajo control del

individuo, el servicio a los demás y el martirio están disponibles para

cualquiera que los escoja. Bomberos, enfermeros y trabajadores sociales

tienen vidas con más sentido que los banqueros; la madre Teresa y Albert

Schweitzer son dos de los mejores modelos que tenemos.

En estas dos familiares concepciones se entiende el sentido vital como

algo vinculado con nuestras características humanas distintivas: se concibe

la vida llena de significado como algo compatible con la resiliencia y las

penalidades; incluso las requiere. Esta es la razón por la que tanto el ideal

de logros como el de servicio son tan atractivos: no solo nos dicen qué tipo

de acciones y experiencias aportan sentido, sino que también nos advierten

de que encontraremos problemas y obstáculos en su persecución.

El epicúreo se muestra de acuerdo con que es el ejercicio de nuestras

capacidades específicamente humanas lo que crea sentimiento de

realización y sentido, y que tanto los logros como el servicio son conceptos

que pueden ayudar a orientarnos en la vida. Aun así, insistirá, más no es

necesariamente mejor. A lo largo de los siglos, algunas de las personas más

admiradas han sido belicistas cuyos logros fueron las masacres de miles de

personas y los cambios en las fronteras nacionales, y cuyo servicio fue a la

patria. Se puede extraer esta conclusión del estatuario de la mayoría de las

ciudades europeas que celebran los logros de personas que arruinaron

ciudades y aldeas y enviaron a la muerte a cientos o miles de jóvenes. En

nuestro siglo, algunas de las personas más admiradas son emprendedores

que descubrieron cómo beneficiarse del trabajo monótono de otros y cómo

tentar a los consumidores para que compren cosas innecesarias. El epicúreo

mira con desdén la egoísta búsqueda de la gloria y el dinero. Al mismo

tiempo, tampoco considera su obligación dedicar su vida a los demás a

expensas de su propia salud y disfrute. Tanto el exceso de ambición como el

exceso de autosacrificio, cree, distorsionan la vida humana. Ni deberíamos

luchar por la preeminencia ni ser llevados —o escoger— a la abnegación

cuasi esclavista.

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