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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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Las antiguas filosofías morales y políticas son, hoy en día, recursos a los

que acudir porque tratan directamente con temas de la vida cotidiana:

trabajo, amor, ética profesional y filosofía política. Al mismo tiempo,

colocan el debate en un contexto más amplio que otorga bases más sólidas a

sus posiciones y consejos, y hace que sean menos arbitrarios de lo que

serían en caso contrario. El regreso a la filosofía de la Antigüedad nos

ayuda a rellenar el gran vacío que existe entre, por una parte, la filosofía

profesional contemporánea y, por la otra, las columnas de consejos y las

editoriales de diarios y blogs. La primera suele operar a un alto nivel de

abstracción, que conjura experimentos mentales que implican imaginarias

situaciones personales y políticas que ninguno de nosotros afrontará jamás.

Los segundos, en cambio, incluso cuando proporcionan una guía clara, son

incapaces de mostrar cómo encaja su razonamiento en una concepción

mayor de la naturaleza y de la vida humana.

Si crees que la perspectiva estoica encaja mejor que la epicúrea con tus

creencias y experiencias, adelante. Hay elementos comunes en las dos

antiguas filosofías como para que ambas sean fuentes valiosas. Ambas se

preocupan por el sufrimiento, incluso en un contexto de opulencia. Ambas

reconocen que la filosofía moral no puede limitarse a predicar cómo vivir

sin explicar por qué su manera de hacerlo es mejor que las demás.

Se puede decir que la filosofía epicúrea se basa en la noción de límite.

En primer lugar, hay límites naturales a las vidas de los animales, de las

personas y de los objetos materiales, a los gobiernos y a las relaciones.

Aquello que más valoramos lo preservamos lo mejor que podemos de un

final prematuro. En segundo lugar, hay límites morales que debemos

observar, algo que a menudo no hacemos: límites al consumo y a la

explotación y dominación de otras personas y animales. Reconciliándonos

con los límites naturales y tomándonos los límites morales en serio

podemos ahorrarnos (y a las generaciones futuras) miedo, ansiedad y

sufrimiento. Al mismo tiempo, dentro de esos límites naturales podemos

hallar muchos disfrutes en el mundo natural (a menudo novedosos e

inesperados) y en compañía de otras personas.

La inscripción a la entrada del Jardín de Epicuro rezaba: «Extranjero,

aquí harás bien en demorarte; aquí el máximo bien es el placer».

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