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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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siglo XVIII, para pegar a sus sirvientes, les parecían mucho más naturales a

nuestros antepasados, y Bentham era sensible a este tipo de abusos.

Para el epicúreo, por cuanto respecta a la autoconservación, hay un

amplio acuerdo entre los humanos en que podemos tomar medidas con

impunidad a fin de salvar nuestras vidas, incluso si esas medidas dañan o

incomodan a otros. Podemos considerar que la ONU estableció una agenda

razonada de cuáles son los estándares mínimos para una vida humana

decente, que las instituciones humanas tienen la responsabilidad de

asegurar. Pero los derechos carecen de poder causal: no pueden hacer que

las cosas pasen. Tan solo la decisión humana de defender los derechos, es

decir, la insistencia en que se apliquen legalmente derechos, pueden hacer

que las cosas sucedan. Es por eso por lo que muchos de los derechos

enumerados por la ONU, como la prohibición de la tortura y la esclavitud,

se violan una y otra vez.

Dado que los derechos se crean mediante acuerdos, en lugar de aparecer

en la naturaleza, suelen ser objeto de desacuerdos. No es sorprendente que

la gente discuta en cuanto a los derechos de los no nacidos, los derechos de

los animales o el derecho a portar armas. Si esas cosas existiesen en la

naturaleza, las habríamos descubierto por observación. Pero no es así como

llegaron a debatirse. Podemos consagrar como convención, por ley o

mediante la costumbre en nuestras prácticas, el derecho a la vida, pero es

cosa nuestra decidir en qué casos debemos invocar ese derecho y obligar a

su cumplimiento y en qué casos negar su aplicación. Antimilitaristas y

antiabortistas pueden hallarse en bandos diferentes, aunque ambos citen el

derecho a la vida como base de sus posiciones. Pretendidos derechos como

el de libre expresión o el derecho a portar armas son también

convencionales, y no naturales, y, por tanto, están escasamente definidos.

Una vez más nos compete a nosotros decidir cómo interpretamos el derecho

a cada uno, así como qué permitir, y qué prohibir, específicamente, en su

nombre.

LO IMAGINARIO: LAS NO-COSAS

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