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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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seguridad social, al descanso y al ocio, a la libertad con respecto a la

esclavitud y la tortura, y a salir libremente del propio país.

A menudo se dice que los derechos son «naturales». La idea sugiere

que, como el calor del fuego y el peso de las rocas, pertenecen

intrínsecamente a los seres humanos en lugar de ser accidentes que

aparecen y desaparecen, como la pobreza o la concordia. Suponemos que

aunque, como sucede en realidad, algunas personas carecen de lo necesario

para tener seguridad social, o no pueden abandonar sus países, sin embargo

sí que tienen el derecho a ello, un derecho que no están reconociendo

quienes ostentan el poder. Pero ¿descubrieron los políticos, mirando en el

interior del ser humano, que estos derechos le pertenecían de forma natural,

pese a no haber sido reconocidos con anterioridad? ¿O fue acaso que la

ONU enunció una lista de nuevas convenciones que, estimaba, debían ser

respetadas (otra cosa es que no lo fueran) por sus Estados miembros?

Los antiguos estoicos, que fueron los primeros en enunciar el concepto

de derecho natural, extendieron la idea a partir de una noción de derecho a

la autodefensa, a partir de la observación de que todos los animales intentan

seguir con vida y defenderse. Partiendo de esta observación de la

naturaleza, negaron que el derecho a la autoconservación fuera meramente

convencional. La ley humana debía apoyarlo y obligar a su cumplimiento,

pero el derecho, creían, existía desde antes que las leyes diseñadas para

protegerlo. Hoy en día la noción de un derecho a la vida arraigado en la

naturaleza se aplica a temas tan variados como el aborto, la pena capital, la

guerra, la eutanasia y la sanidad. La creencia en el derecho natural a la vida

puede justificar bombas en clínicas abortistas, así como el rechazo de los

pacifistas a tomar parte en cualquier forma de violencia entre humanos.

Puede motivar protestas y esfuerzos por legislar contra la pena de muerte o

el suicidio médicamente asistido, y a favor de la sanidad gratuita.

Jeremy Bentham, un filósofo epicúreo del siglo XIX, se hizo famoso por

describir los derechos como «disparates sobre zancos». Desde el punto de

vista epicúreo, los derechos solo existen por convención y no se encuentran

en la naturaleza. Derechos legalmente reconocidos que a nuestros ojos

parecen obvios por convencionales, como el que asistía a los nobles, en el

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