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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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será favorable al placer tras el intervalo en cuestión. La prudencia es, por lo

tanto, una parte crucial de la ética que trata del cuidado de uno mismo.

Pongámonos realistas. ¿No es a menudo prudente ser inmoral? Un

modo de evitarme o de atenuar experiencias dolorosas y de incrementar mi

propio placer es imponerte cargas que te impidan experimentar placeres que

de otro modo disfrutarías. Mentir (por ejemplo, negar que diseminé feos

cotilleos acerca de ti, o que rompí la antena del televisor, o que dejé que el

gato escapara) puede evitarme situaciones desagradables, reproches y

represalias. Alegar que tengo un compromiso previo cuando no lo tengo

puede evitarme un encuentro desagradable. Robar en el supermercado

puede atenuar mi hambre atroz. Apoyar compañías que son crueles con sus

trabajadores o que hacen daño a animales me puede reportar ropas

agradables y abrigadas. Robar del mostrador de la joyería puede aumentar

mi colección de objetos bonitos. Obedecer a impulsos lujuriosos penados

por la ley puede ofrecerme gratificación sexual. Hacer que maten a un

esquiador rival puede disparar mis oportunidades de ganar la medalla de oro

en los Juegos Olímpicos, lo que me haría muy feliz, al menos durante un

tiempo.

No importa cuánto nos intenten convencer los teóricos de la moral de

que los deleites de una conducta virtuosa superan toda posible gratificación

obtenida de los vicios comunes de la insinceridad, el robo y, en general, la

irresponsabilidad; tenemos razones para ser escépticos. Si hay buenas

razones para no mentir, robar, actuar según deseos ilegales o inapropiados,

cooperar con explotadores o matar gente para obtener ventaja, no será

porque no haya gratificación o reducción de dolor que obtener actuando de

esa manera.

Si no hay un Dios que me castigue por mi crueldad o engaños, ni para

recompensar mi buena conducta, ¿por qué no debería hacer lo que me

parezca más ventajoso en cada momento, si puedo salir indemne? ¿Quién o

qué me va a decir lo que debo hacer, puedo hacer o debería evitar hacer?

Por exponerlo de un modo sencillo: la prudencia y el interés propio pueden

chocar directamente con lo que habitualmente entendemos por normas

morales. Si la vida es estrictamente finita, si estamos aquí por azar, si la

vida carece de un significado o propósito cósmico, sino solo posee los

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