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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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estoico, el secreto para vivir feliz era darse cuenta de que esas cosas

suceden constantemente, y no depender de un cierto nivel de riqueza,

autoridad o prestigio. Para los estoicos no había ningún mandato especial de

vivir con sencillez. Podías disfrutar de riquezas, poder y prestigio mientras

los tuvieras —como hizo Séneca—, pero debías asegurarte de que estás

preparado para vivir sin ellos. Si las cosas se ponen muy mal, suicidarse es

la opción noble. «La puerta está abierta», solían decir.

Los estoicos describen la vida como una continua serie de pruebas y

tribulaciones que desafían nuestra entereza. Nos enfrentamos a rupturas y

pérdidas, a reveses en nuestras carreras, a malos momentos económicos, a

dolorosas enfermedades y a traiciones por parte de amigos y amantes. A la

ética estoica le interesa la autodefensa, y su principal recomendación era

anticiparse a la adversidad para que no te pille con la guardia baja. Según

los estoicos, estar perturbado y desalentado es permitirse el desaliento y la

perturbación, y en esto hay una elección. Uno puede cultivar su calma e

imperturbabilidad interiores. El estoico puede modificar su voluntad para

que se adapte al mundo y permanecer, en palabras de Epicteto, «enfermo y

contento, en peligro y contento, muriendo y contento, exiliado y contento,

desprestigiado y contento». [3]

Aunque se asegura que Epicuro se mostró alegre hasta el último día de

su vida, el epicúreo, sinceramente, duda de que uno siempre tenga elección

con respecto a tener miedo, sentirse ofendido o verse abrumado por la

decepción o el alivio. No creemos que el cuerpo humano pueda enfrentarse

a un cierto grado de calor, frío o fuerza y permanecer imperturbable. ¿Por

qué íbamos a suponer que la mente humana puede sobrevivir a cualquier

grado de impacto y recuperar su equilibrio tan solo ejerciendo su esfuerzo

mental? Si las emociones son como enfermedades, ¿no estamos a veces

indefensos para todo lo que no sea dar a nuestra mente, como a nuestro

cuerpo, tiempo suficiente para sanar a través del olvido y la distracción?

En cualquier caso, al epicúreo no le interesa la metáfora de las

emociones como enfermedades del alma. Supongamos que tomas un

comprimido que puede hacer que nunca te sientas ansioso, temeroso,

ultrajado, herido, ofendido, celoso, avergonzado y arrepentido, desdeñoso o,

por el contrario, entusiasmado, apasionado, con esperanza, triunfante,

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