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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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Dado que cuerpo y mente están entrelazados, el cuerpo no puede vivir y

experimentar sensaciones sin su mente, y esta, separada del cuerpo, no

puede producir ningún pensamiento ni movimiento. En el momento de

morir, las partículas del alma escapan a la atmósfera circundante sin causar

ningún cambio inmediato en el peso o forma del cuerpo. «Así cuando de

Baco la flor se ha disipado, y ha perdido el perfume suave sus olores, o los

jugos salieron de algún cuerpo» [5] . La muerte del cuerpo implica, con toda

certeza, la aniquilación permanente de la mente de ese cuerpo.

EL MISTERIO DE LA CONSCIENCIA

El filósofo del siglo XVII René Descartes, que no tenía problema alguno con

la narración epicúrea de los orígenes de las plantas y animales no humanos,

es célebre por haberse mofado ante la posibilidad de tomar la misma ruta

con los humanos. Mientras que animales y plantas eran solo máquinas

materiales, sostenía, los seres humanos son máquinas materiales que

también poseen un alma incorpórea e inmortal que les dota de consciencia,

libre albedrío y racionalidad. Toda alma humana debía tener un origen

divino. Esta afirmación no solo le excusaba de intentar explicar la

consciencia, el libre albedrío y la racionalidad en términos mecánicos, sino

que le permitía que el resto de su por lo demás epicúrea filosofía

corpuscular sortease a algunos de los censores, aunque no a todos. Pese a

las extensas referencias a Dios y el alma incorpórea, sus libros eran objeto

de considerables sospechas y durante un tiempo estuvieron incluidos en el

Índice de libros prohibidos de la Iglesia católica.

La teoría oficial del alma humana de Descartes le procuró una buena y

abundante compañía. La mayoría de los seres humanos creía, en aquella

época (y aún lo hace la mayoría), que el alma es algo que vive en el cuerpo.

Se piensa en el alma como en una entidad permanente e indestructible que

puede sobrevivir a la muerte del cuerpo. No solo la puede sobrevivir, sino

que puede unirse a un nuevo cuerpo vivo (ya sea el cuerpo resucitado de la

persona que murió o el de uno de sus descendientes, o el de un animal de

otra especie) donde continuará viendo, sintiendo y pensando hasta donde

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