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WILSON - Cómo ser un epicureo Una filosofia para la vida moderna

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convención, basándonos en que si no existieran los humanos no habría ni

los unos ni las otras. La guerra, por emplear el ejemplo de Lucrecio de algo

que no es tan real como el calor, está definida por los juristas. La pobreza,

por los burócratas. Ninguno de los dos casos es una categoría que un

biólogo reconocería. En este sentido, la guerra y la pobreza existen por

convención. Pero intenta explicar este descubrimiento filosófico a una

persona que pide monedas para poder comer, o a alguien atrapado en una

batalla. La pobreza y la guerra tienen efectos reales.

Muchas otras cosas son difíciles de encajar en categorías. Tomemos la

idea de un insecticida. Desde cierta perspectiva, los insecticidas son

totalmente naturales. Se trata de sustancias tóxicas que se hallan en raíces,

hojas y semillas pertenecientes a los sistemas defensivos de plantas

silvestres. Su función es evitar que insectos, aves y mamíferos acorten o

acaben con la vida de la planta. Los humanos empleamos algunas de estas

sustancias naturales, como las presentes en los crisantemos y la citronela.

Desde otra perspectiva, la idea misma del insecticida depende de las

concepciones humanas de lo que es dañino y lo que es beneficioso, y la

mayoría de los insecticidas son compuestos sintéticos artificiales que no

existen en la naturaleza. Los humanos agricultores, que aparecieron

alrededor del siglo X a. C., desarrollaron el concepto de un insecto molesto

y experimentaron con humos y venenos que aplicar a sus cosechas para

eliminarlo. La palabra insecticida, sin embargo, no llega al idioma inglés

hasta 1939. Es más: nuestra comprensión del término ha cambiado de un

modo drástico desde la década de 1990 debido a que nos preocupan cosas

diferentes que anteriormente, y a que vemos el mundo de modos distintos.

Con anterioridad, nuestra cultura percibía los insecticidas como productos

químicos sintéticos beneficiosos que mejoraban nuestra vida, y que

proporcionaban alimento y beneficios a cientos de millones de personas.

Hoy en día se los percibe mayoritariamente como venenos creados por

cínicas corporaciones, que matan de modo indiscriminado, destruyen

equilibrios medioambientales establecidos desde hace milenios y tienen

efectos nocivos sobre la salud humana.

¿Podría haber insecticidas en un mundo sin seres humanos? En un

planeta en el que los humanos hubieran sido erradicados podrían persistir

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