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COPIA DE TEMAS GRADUADOS.
PREGUNTAS Ubi, quo, uti'fe, qua.
Tema.
74. Había la fama llevado por todas partes el nombre de Cortés y de los
españoles; y allí donde pareeian mas inauditas sus proezas, despertaban ma­
yor asombro. Motezuma. que tanto por su sangre como por su poder no ha­
llaba en parte alguna quien osara contradecirle, oyó absorto las hazañas de
Cortés ; y sabedor de que llevaba su arrojo hasta meterse en Méjico. no qui­
so mostrar desaliento en modo alguno, y sa preparó á recibirle. — Determi­
nóse á esperarle en el mismo lugar donde tenia su corte; y preparados de
una y otra parte á la entrevista, llegó Cortés hasta las calles de Méjico, ad­
mirando aquí y allí el orden y concierto de las casas y la frondosidad de
los paseos que donde quiera descubría. Dirigíase hacia él Motezuma , y avis­
tándose en mitad da la carrera, luciéronse por uno y otro lado nunca vistas
cortesías y habló el indio en esta forma: De todas partes llega á mis oidos
tu fama, ó capitán ilustre; y la grandeza do tus hechos me ha movido por
cierto á ver en tí un enviado de los dioses: en otra parte serás mas temido:
aquí serás amado por todos conceptos—Replicóle Cortés en el mismo tono:
en nombre de mi rey, dondequiera temido, recibo tu amistad y te pro­
meto guardarla mientras fueres digno de su amor y de su benevolencia.—
Abrazáronse en aquel momento, y divididas en dos partes las comitivas, vol­
vióse Motezuma por donde había venido y Cortés fue alojado en el palacio
de Axayaca, no sin reconocerlo por todas partes y quedar seguro de su co­
modidad y fortaleza.
ADVERBIOS DE TIEMPO.
Tema I.
75. Después de apoderarse San Fernando de Córdoba y Sevilla abrigaron
todavía los sarracenos esperanza de rescatarlas tarde ó temprano. Sus poeta3
cantaban noche y día: «Ayer eras, oh Córdoba! reina de Occidente; hoy llo­
ras como una esclava cargada da cadenas. ¿ Cuándo te veré triunfante como
en otro tiempo? Antaño eras terror da los cristianos: ogaño se mofan de tu
pasada gloria, y no satisfechos aun, te escarnecen desde la tarde á la maña­
na, entonando siempre los himnos da la prosperidad y del triunfo. Tus hijas
lloran al amanecer porque no hay quien las llamo á la oración, y todos los
días son tratadas por los vencedores coma siervas, perdida ya toda espe­
ranza. Las quo eran en la víspera señoras, el dia después fueron esclavas.
Mas tú, Sevilla, despierta muy do mañana: que ahora es tiempo de recobrar
tu poderío. Mañana será tardo para empozar la pelea. — Bien pronto verás
en tus campiñas los escuadrones do tus hijos: abre al punto tus puertas y al
anochecer ya habrás sido libertada. —Mas está lejos tan hermoso dia. Ante­
ayer pudiste sar reina: entonces era tiempo; hoy es ya tarde. A la madruga­
da , al medio dia, á la tarde y á la noche solo hay lágrimas en tus ojos. — Tu
desventura es ya eterna. Nunca habrá salvación para tus hijos.