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eOPIA DE TEMAS GRADUADOS. *27<br />

CONJUNCIONES.<br />

Tema.<br />

83. Cercaban los reyes Católicos á Baza y activaban los aprestos del asal­<br />

to á fin de rendirla antes de que pudiese ser socorrida. Dilatábase, no obs­<br />

tante, el cerco; y deseando Hernán Pérez del Pulgar dar un tiento á las<br />

fuerzas del rey de Guadix , concertó , pues, con otros caballeros, que mien­<br />

tras duraba el asedio, no solo hiciesen una entrada en aquellas tierras , sino<br />

que procurasen también cautivar al rey moro Mnley Audalla , y traerle<br />

prisionero á los reales. Partieron después de este concierto , y aunque pocos<br />

en número, ni temieron penetrar en el centro de la morisma, ni dudaron<br />

de apoderarse del rey, si bien, al llegar á la vega de Guadix, supieren<br />

que estaba esto encerrado en la ciudad, por lo cual no era posible llevar<br />

á cabo su propósito. — Frustrado este intento, ó porque se convencieron de<br />

la dificultad, ó'porque desconfiaron de su corto número para empresa tan<br />

ardua, devastaron los campos de Guadix y robaron sus ganados y quema­<br />

ron sus alquerías, dirigiéndose en fin á Baza, cargados de despojos.—Mas<br />

no bien habían entrado en las sierras, caminando como vencedores, cuan­<br />

do se vieron rodeados de una inmensa morisma. Sorprendidos y aterrados<br />

los mas, comenzaron á huir en desorden, y aunque los capitanes procuraban<br />

detenerlos , contal de salvar las vidas, desoían sus mandatos. En lanto po­<br />

niéndose Hernán Pérez delante de los que huían, y viendo que les faltaba<br />

estandarte, ora porque el alférez no obedecía , ora porque le arrastraba<br />

fuera del campo el ímpetu de los fugitivos, sacó su pañizuelo y poniéndole<br />

en la punta do la lanza y levantándose sobre los estribos, pronunció estas<br />

palabras: «Si empuñáis espadas, si ceñís arneses, no es, caballeros, para<br />

huir como tímidas mugeies del peligro. Volved, pues, que la ocasión os<br />

llama: que el que no tuviese bandera, aquí hallará seguro estandarte. —Vol­<br />

ved; no sea qu: toda vuestra honra y la de vuestros padres quede en estos<br />

valles sepultada. » Habló así Hernán Pérez, y la victoria siguió á estas pala­<br />

bras.<br />

INTERJECCIONES.<br />

Tema.<br />

84. ¡Oh! dejad, María, que pague tan duro tributo á mi Dios y á mi<br />

patria (decia Alonso Pérez de Guzman en Tarifa).—¡Ay de mí! (replicaba<br />

su esposa). ¡Cómo! ¿será posible? ¡Dios mío! ¡sacrificar á mi hijo!.... Ah,<br />

no, Alonso. Ni Dios ni el rey exigen de tí tan horrible lealtad. — ¡Oh dolor!<br />

(anadia Guzman). ¡Esposa mia! no aumentos mi tormento ni pretendas echar<br />

sobre mi frente el borrón de los traidores. ¡Padre Eterno! ¡valor! (decia<br />

el héroe para sí). ¡Valor, oh patria mia! —¡Cuánta crueldad!.... ¡qué terri­<br />

ble infortunio'..... (prorrumpía la desconsolada madre). ¿No hay esperanza?...<br />

¡ Infeliz! ¡Y serás el verdugo de tu hijo !....—¡ Su verdugo! (interrumpía Alon­<br />

so). | No!.... ¿pero qué haré?.... ¡Ola! soldados, ¿han hecho ya la terrible se­<br />

ña?.... ¡Lejos!.... ¡hijo mió!.... Retírate. María.—¡Bien! ¡ bien!.... Mas ¡piedad!..

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