22.10.2015 Views

Cuentos y mitos de los piaroa

TD5XB

TD5XB

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Cuentos</strong> y <strong>mitos</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>piaroa</strong><br />

Aventuras <strong>de</strong> caza<br />

piedra había tanta pintura como en una flor. A cada lado arañas gigantes,<br />

serpientes, lunas, estrellas pintadas, y muchas flores, flores <strong>de</strong> mayo.<br />

Vino el enano y <strong>de</strong>scubrió al hombre en el hoyo. El indígena salió <strong>de</strong>l<br />

hoyo caute<strong>los</strong>amente y vio al enano con la piedra gigantesca. Y el enano<br />

quiso matar al hombre, agarró el pedrusco y lo tiró contra el hoyo.<br />

El enano le <strong>de</strong>bía dinero al indígena, por eso quería matarlo. El enano<br />

bajó al hoyo para sacar la piedra, pero <strong>de</strong> repente oyó un ruido:<br />

—¡El hombre vive todavía! –pensó.<br />

De nuevo volvió a arrojar la piedra. Solo que no cesaron las voces <strong>de</strong>l<br />

fondo <strong>de</strong>l agujero. ¡El hombre quedó con vida!<br />

Por tercera vez volvió la piedra en el hoyo, y ya esta vez no escuchó<br />

nada. Se murió el hombre –pensó el enano.<br />

Sacó la piedra y aunque no encontró nada abajo, siguió su camino.<br />

Mientras tanto, el indígena estaba sentado en la copa <strong>de</strong> un árbol. Y<br />

riendo se iba diciendo:<br />

—Si me hubiera quedado en el hoyo, el mal agra<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> Viricha<br />

me hubiera matado.<br />

3.<br />

Una vez <strong>los</strong> indígenas prepararon una trampa en el sen<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l picure.<br />

Vinieron muchísimos animalitos. Serían como quinientos y todos<br />

enanitos. No sabían que en el camino había una trampa.<br />

En la cabeza <strong>de</strong>l largo cortejo avanzaba un diminuto enanito y la<br />

trampa lo agarró.<br />

Una vez un indígena fue a la selva a ver al pendare, pues habían<br />

madurado ya sus frutos. El indígena que andaba por la selva encontró<br />

gran<strong>de</strong>s racimos <strong>de</strong> frutas allá en la selva, adon<strong>de</strong> había ido.<br />

Junto a un árbol encontró una escalera, hecha <strong>de</strong> finas ramitas y<br />

lianas <strong>de</strong>lgadas. Díjose el hombre para sí:<br />

—¿Qué clase <strong>de</strong> gente habrá puesto aquí la escalera? No creo que<br />

pesaran más que yo.<br />

Pues se subió a la escalera, pero enseguida se cayó. La escalera se<br />

<strong>de</strong>sbarató a sus pies. El indígena se apoyó en el árbol como un mono. Ya<br />

casi había llegado a la corona cuando aparecieron enanitos chillando y<br />

ro<strong>de</strong>aron el pendare.<br />

—¡Vopayuti! –gritaron todos–. ¡Miren! –se <strong>de</strong>cían unos a otros–. Alguien<br />

nos <strong>de</strong>sbarató la escalera. ¿Será un indígena?<br />

—Topi, topi –<strong>de</strong>cían <strong>los</strong> enanitos–. ¡Miren, está allá arriba <strong>de</strong>l árbol!<br />

¡Tiene la cabeza redonda como una pelota! ¡Allá está, véanlo! Lianas en<br />

las piernas, estrellas en las manos, ojos como frutas. ¿Qué hacer? ¿Cómo<br />

matarlo? ¿Cómo? –gritaban.<br />

—Soplémosle veneno –propuso uno.<br />

—No, eso no, porque se le pondrá la carne amarga –dijeron otros.<br />

—Si baja <strong>de</strong>l árbol, lo mejor será ahogarlo en agua –propusieron varios.<br />

Se hizo <strong>de</strong> noche. Mientras tanto el hombre en la punta <strong>de</strong>l árbol<br />

había recogido muchísimos pendares maduros. Los fue recogiendo, y <strong>los</strong><br />

amarró en un racimo. Luego lo <strong>de</strong>jó caer.<br />

Todos <strong>los</strong> enanos estaban allí, recogieron el racimo y se fueron corriendo.<br />

Luego el hombre arrojó otro racimo a tierra y dijo para sí:<br />

—Los enanos se irán a dormir llevándose las frutas y yo dormiré<br />

también.<br />

Ya era tar<strong>de</strong> cuando volvió a arrojar algunas frutas maduras. Unos<br />

cuantos enanos, serían como cinco, regresaron al árbol en medio <strong>de</strong> su<br />

algarabía acostumbrada.<br />

El <strong>piaroa</strong>, esta vez, por cuarta vez, volvió arrojar algo. Pero al golpe<br />

solamente apareció un enano.<br />

—Topi, topi –gritó–, y el hombre se <strong>de</strong>spertó completamente. A pesar<br />

<strong>de</strong> que estaba soñando, comía <strong>de</strong> la prohibida carne <strong>de</strong>l danto. Y el<br />

<strong>piaroa</strong> llamó al danto, espíritu <strong>de</strong> Wajari, a que le ayudara a bajar <strong>de</strong>l<br />

árbol. Y vino el danto y fue hasta el árbol. El hombre saltó a tierra junto al<br />

danto, pero le dio un pisotón a un enano. Gritó el enano, luego <strong>los</strong> otros<br />

también y salieron en persecución <strong>de</strong>l danto en fuga.<br />

El <strong>piaroa</strong> corrió como cincuenta metros protegido por el danto, luego<br />

<strong>de</strong> repente dio un salto <strong>de</strong> lado y se encaramó en la rama <strong>de</strong> un árbol. Los<br />

enanos siguieron corriendo tras el danto.<br />

Sentado en el <strong>de</strong>lgado árbol, se <strong>de</strong>cía el hombre:<br />

—¡Cuántas veces han querido matarme!<br />

Y en ese mismo momento se quebró la rama seca y cayó en tierra. Enseguida<br />

lo agarraron <strong>los</strong> enanos y se pusieron a darle golpes y más golpes.<br />

Estas fueron sus últimas palabras:<br />

154<br />

155

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!